La Pascua del Señor es el paso del pesimismo a la Esperanza’’.
Este fue el mensaje de Pascuas que monseñor Adalberto Martínez Flores, arzobispo de Asunción, compartió con los fieles durante la misa que se celebró ayer en la Catedral Metropolitana de Asunción por el día de la Resurrección de Jesucristo.
En su homilía exhortó que en medio de tantas malas noticias cotidianas, la tragedia de los Vía Crucis y las crucifixiones sociales, de las llagas abiertas del sufrimiento humano, ‘‘no nos quedemos en pesimismos y tristezas” porque la Resurrección es una gran noticia en el Día de Pascuas.
‘‘Las reiteradas malas noticias pueden convertirnos en pesimistas irremediables, a veces cínicos y agresivos. Cuando el pesimismo hunde sus raíces en el corazón las agresiones verbales y hasta físicas pueden jugar roles protagónicos y viciosos en las personas, para introducirlas en obscuros callejones sin salida; el pesimismo puede llevarnos a ser destructores de las relaciones en nuestra convivencia o a ser autodestructivos’’, aseguró el arzobispo.
En este sentido, Mons. Adalberto señaló que sí es cierto que las oscuridades nos entristecen en medio de los sufrimientos, las trágicas muertes de esta Semana Santa y de todos los días, por accidentes, homicidios y suicidios; las masacres de la guerra (Ucrania-Rusia) entre hermanos.
Pidió a los católicos cristianos recobrar la esperanza y que nadie nos la robe y recordó que en los callejones de sufrimientos personales y colectivos, el Señor Resucitado abrió la puerta de salida, removió la piedra y dejó el sepulcro vacío, para llenarnos con su gracia y su vida.
Además, haciendo alusión a las escrituras del Evangelio, el religiosos dijo que todos estamos llamados a ser Cireneos, para llevar las cruces y alivianar la carga de unos y otros, para remover las piedras que puedan sellar el sufrimiento ajeno. Como en este tiempo de pandemia muchos han dado la vida para sanar a otros.
En este contexto recordó con gratitud y esperanza a los médicos, enfermeras, personal de blanco, administrativos, familiares que dieron mucho de sí durante la crisis sanitaria que dejó la pandemia del coronavirus. ‘‘No hay amor más grande que el que da la vida por los suyos’’, destacó Mons. Adalberto Martínez.
FUERZA TRANSFORMADORA
La misa del Domingo de Pascua y de la Resurrección del Señor en la Basílica de Caacupé, fue presidida, en tanto, por monseñor Ricardo Valenzuela. El religioso en su prédica se preguntó, ¿qué debemos hacer por la Resurrección de Cristo? E instó a que el regreso a la vida del Señor, sea una fuerza transformadora para ayudar al prójimo que más necesita.
Pidió preguntarnos, “¿qué puedo hacer por ejemplo, en los bañados de la Costanera Norte y Sur? ¿Qué puedo hacer por los varios jóvenes que se encuentran en las diversas cárceles del país? ¿Cómo puedo contribuir para erradicar y quitar las injusticias, la pobreza, los pecados, la desesperanza? ¿Qué puedo hacer por tantas familias rotas? ¿Qué hacer por los jóvenes en los paraísos perdidos de la droga?”. El obispo llamó a que el Cristo Resucitado esté presente en cada momento de nuestras vidas.
Llaman a jóvenes a ser luz de sus comunidades todo el año
Bajo el lema ¡Somos Sal y Luz del Mundo! se desarrolló la Pascua Joven en la ciudad de Luque. La actividad religiosa logró reunir a cerca de 974 participantes, distribuidos en las 27 capillas que dependen del Santuario Virgen del Rosario.
El encuentro finalizó ayer con la misa de clausura y adoración al Santísimo. Cada comunidad también entregó signos, consistentes en una llama y grano de sal, que representan las intenciones de los participantes. En el último día, además, hubo conciertos.
El coordinador de la Pastoral Juvenil Luqueña, José Miguel Monges, destacó la importancia de volver al evento presencial luego de dos años de distanciamiento por la pandemia del Covid-19. “Volver para nosotros es muy importante, porque la iglesia necesita de la vida en comunidad. Es la pedagogía que Jesús enseña”.
El mensaje central de estos encuentros, comentó, es que el joven pueda ser protagonista en el lugar donde esté; familia, sociedad, casa de estudio. “Que sea la sal que le da sabor a la vida y la luz para que otros jóvenes también puedan seguir el camino de Jesús”.
Uno de los momentos con mayor carga de emoción, afirmó, fue el Viernes Santo, día en que se recordó la muerte de Jesús y se realizó un desierto personal para la reflexión. También la vigilia pascual. Monges animó a los jóvenes a acercarse a la comunidad juvenil de sus respectivas parroquias y capillas “y que la llama se encienda no solo en Pascua, sino todo el año”.