24 abr. 2024

Hustvedt y el Asturias

Guillermo Ximenis

La novelista y ensayista estadounidense Siri Hustvedt, galardonada este miércoles con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, sostuvo en una entrevista con Efe que la literatura todavía ve a las mujeres escritoras como “menos importantes” que a sus colegas masculinos.

“A veces incluso consideramos que están contaminadas por la feminidad. Estos son aspectos profundos y, en muchos casos no reconocidos, de nuestra cultura, a los que debemos prestar atención”, comentó la autora de best sellers como Todo cuanto amé y El verano sin hombres.

En una conversación en el Instituto Cervantes de Londres, la escritora de origen noruego, experta en neurociencia y sicoanálisis, agradeció la concesión de un galardón que considera como caído “del cielo”.

¿Qué relación personal mantiene con los premios literarios?

Tengo 64 años, escribo desde hace mucho tiempo y creo que las personas mayores se toman estas cosas con calma. Estoy perfectamente cómoda y feliz con esto, aunque es importante decir que no es algo que haya esperado ni anticipado.

Si cae del cielo, me siento perfectamente cómoda y feliz para decir: muchísimas gracias.

El premio reconoce el conjunto de su obra, tanto de ficción como de no ficción. ¿Cuál es el vínculo entre sus ensayos y sus novelas?

Desde el principio, he escrito lo que algunas personas han llamado novelas de ideas, aunque nunca hay novelas sin ideas.

Mi ficción y mi no ficción están íntimamente relacionadas. Ambas preguntan lo que creo que son cuestiones importantes. Qué somos, qué significa ser humano. Qué está fijado en nosotros y qué es fluido. Cómo nos habita la cultura. Todo esto es parte de mi búsqueda sobre la persona.

Estoy todo el tiempo leyendo, y esa lectura penetra tanto en mis novelas como en mis ensayos y trabajos académicos.

Buena señal para las niñas

Todavía hay pocas mujeres reconocidas como grandes escritoras. ¿Son premios como este pasos en la buena dirección para cambiar esa realidad?

Sí, creo que cada vez que una mujer gana un premio importante, en literatura, en ciencia o en sociología, es algo positivo. Quizás lo más importante es que es una buena señal para las niñas.

Elizabeth Warren se presenta como candidata a presidenta en Estados Unidos. Una de las cosas que hace, que quizás no se ha divulgado mucho en nuestros medios de comunicación, es que cada vez que conoce a una niña se arrodilla y le dice: “Hola, soy Elizabeth Warren. Concurro a la presidencia porque eso es lo que hacen las chicas”. Creo que eso encapsula perfectamente mis sentimientos. No es que quiera ser presidenta, sino que pienso que es muy bueno que las niñas vean a mujeres ambiciosas que son reconocidas por su ambición, y no reciben burlas y son apartadas por ello.

¿Qué dificultades encuentra una niña para convertirse en una escritora célebre?

Vienen a mi mente muchas mujeres, algunas de las grandes artistas que realmente admiro. Louise Bourgeois (artista francoalemana) dijo que una mujer no tiene espacio como artista hasta que demuestra una y otra vez que no será eliminada. Esa es una pesada carga sobre las niñas y las mujeres.

Creo que es cierto que ser una mujer artista requiere en muchas ocasiones una mayor persistencia porque existe algo que me gusta llamar el efecto de exaltación de la masculinidad.

Si un hombre crea una obra de arte, el hecho de que sea un hombre exalta automáticamente su trabajo porque, en la cultura occidental, concebimos la autoridad en términos masculinos. Pensamos en las mujeres escritoras como menos serias y menos importantes. A veces incluso consideramos que están contaminadas por la feminidad. Estos son aspectos profundos y, en muchos casos no reconocidos, de nuestra cultura a los que debemos prestar atención.

¿A qué se refiere cuando dice que su feminismo es una forma de humanismo?

Eliminando las feroces expectativas que van asociadas a la feminidad y a la masculinidad, creo que estamos liberando a todo el mundo.

Tampoco es fácil encajar en la masculinidad. En sociología existe la noción, creo que cierta a grandes rasgos, de que la masculinidad no es un estado, no es algo a lo que simplemente te adhieres, sino que es algo que tiene que ser demostrado una y otra vez.

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