Hoy está bajo la lupa el diputado colorado Erico Galeano, aún con banca, fueros y blindaje del cartismo que lo sostiene, afirmando que puede explicar lo inexplicable. Su nombre apareció vinculado al megaoperativo internacional cuando se allanó una lujosa vivienda en el condominio Aqua Village, donde encontraron la factura de la ANDE a su nombre. Tuvo que admitir que la vivienda era suya y que vendió en un millón de dólares al presunto narco Hugo González Ramos. La transacción al contado fue la punta de una madeja llena de ceros.
Empresario de variados rubros, dirigente deportivo, dirigente cooperativo y diputado, está bajo sospecha por lavado de dinero. Las cifras que maneja son alucinantes. La cooperativa de Capiatá es su centro de operaciones. Allí, obtuvo 17 créditos en 6 años; G. 40.000 millones entre el 2016 y 2022. A diferencia de la mayoría de los prestamistas, que generalmente están en mora, él cancelaba sus cuentas de manera anticipada. Entre 3 y 6 meses eran los plazos máximos de sus altísimos préstamos. Entre los tantos movimientos, aparece una transferencia de USD 2.250.000 al ex presidente Horacio Cartes, que no registra un reporte de operación sospechosa.
El informe de Seprelad, el organismo antilavado, recorre siete años de los movimientos impositivos del legislador colorado. Seguramente surgirán más datos comprometedores, especialmente la conexión con el uruguayo Enrique Marset, cabecilla de una red de narcotraficantes y jugador temporal del Sportivo Capiatá, del que es el mayor mecenas. El caso ya está en manos del Ministerio Público, pero el fiscal designado no da muchas esperanzas, ya que también tiene los casos de Nenecho Rodríguez y el gobernador Hugo Javier González, casualmente todos del cartismo.
NO PASA NADA. El caso Erico Galeano es la radiografía perfecta de cómo la delincuencia organizada puede mover dinero sin que los organismos de control hagan la mínima tarea. El Incoop ha demostrado absoluta ineficacia como fiscalizador. Si otra cooperativa aparece en el radar del lavado de dinero, las autoridades deben renunciar a sus cargos. Galeano ni siquiera apeló a métodos sofisticados para eludir los controles. Lo hizo aviesamente, a sabiendas de que sus vínculos políticos le dan el blindaje y la impunidad necesarios. Cuando saltó a la luz su caso y se detectó que no incorporó en su declaración jurada de bienes 11 cuentas bancarias y cuatro inmuebles, simplemente corrigió “su olvido”, como si fuera un dato menor. Es la actitud de quien se sabe poderoso.
Y en este contexto preocupante, la Fiscalía sumó su galón de nafta para avivar la crispación política, apelando al método del apriete para frenar el intento de juicio político a su titular, Sandra Quiñónez. Desde las entrañas del Ministerio Público y utilizando la pluma de una subalterna, se advirtió a algunos diputados y un ministro sobre audios y fotos que los vinculan con el narcotráfico. Fue un bumerán. Quiñónez se desmarcó de su jefa de prensa, pero no se sacó de encima la pesada acusación de chantaje. Esta “coacción a un poder del Estado” se sumó a la larga lista del libelo acusatorio de los diputados.
BURBUJA COLORADA. En medio de estas impactantes noticias, los precandidatos colorados siguen haciendo su campaña en su mundo paralelo. Santiago Peña tiene fotos con la mayoría de los narcopolíticos que aparecen en este operativo; Hugo Velázquez también. Ambos se abrazan con dirigentes con causas judiciales por corrupción, mientras repiten letanías sobre las bondades del coloradismo. No sienten la más mínima responsabilidad ni una pizca de vergüenza. No hay remordimientos ni rectificaciones.
Pero no solamente la interna colorada vive su propio universo, lejos de los verdaderos problemas de la sociedad como la insostenible suba de los combustibles, el pésimo transporte público y otras tragedias diarias, sino también las élites económicas.
¿Han alzado la voz los poderosos gremios contra el sesgo de la Fiscalía y el Poder Judicial, sin los cuales es imposible el éxito total de cualquier operativo? ¿Han cuestionado a los políticos sus vínculos, protecciones u omisiones de cuanto narcotraficante y lavador de dinero aparece en escena? ¿Son conscientes de que se ha llegado al límite de lo tolerable y que la inacción llevará al país al Estado fallido sin retorno?
El saneamiento del país de las terribles fuerzas del crimen organizado requiere de la presión de la sociedad en todos sus niveles. No valen silencios ni complicidades a cambio de privilegios y de los negocios del Estado.
Es hora de marcar la cancha y ver quiénes están de uno y otro lado.