15 ene. 2025

¿Hasta cuándo, doctor Brítez? IPS necesita urgentes cambios

Las autoridades del Instituto de Previsión Social (IPS) deben encontrar urgentes respuestas al caos en la institución. Ya no se pueden aceptar las burdas excusas de los funcionarios de la previsional, quienes intentan justificar los errores, las omisiones y, sobre todo, el pésimo manejo de la entidad. Los verdaderos dueños del IPS, los trabajadores, tienen derecho a una buena atención en su enfermedad; por lo tanto, el presidente de la previsional, doctor Jorge Brítez, está obligado a ofrecer respuestas al reiterado maltrato a los asegurados.

En los últimos días hemos experimentado una situación prácticamente insólita: El caos usual que caracteriza al Instituto de Previsión Social (IPS) logró alcanzar niveles, sin duda, que se salieron de todos los registros.

Lo que ha sucedido a principios de semana nos obligó a contemplar el rostro de un Paraguay desamparado: la imagen de paraguayos y paraguayas en su mayor momento de debilidad y aflicción, humillados por funcionarios y autoridades que se han acostumbrado a actuar con impunidad en una institución que sabemos es para ellos solo un apetitoso botín político.

“Yo estoy desde las 4 de la mañana, tengo diabetes. Estoy junto a mamá que tiene cáncer de mama. Están atentando contra mi salud y la de mi madre. Estoy temblando porque soy diabética y no desayuné. Nos dieron un papelito. Con la tecnología que hay, acá estamos atrasados 1.000 años luz”, relataba con frustración una asegurada del IPS, una de las cientos de víctimas de la negligencia y el caos que se generó tras la caída del sistema informático.

Cuando cayó la red informática se agravó el usual caos imperante en el IPS, y esta vez afectó a los hospitales de todo el país, por lo cual los asegurados se vieron sometidos a un verdadero calvario de entre seis hasta ocho horas para acceder a las consultas e intentar retirar sus medicamentos. El Call Center y Mi IPS vía web quedaron fuera de servicio para agendar turnos.

De acuerdo con las explicaciones, un inconveniente eléctrico afectó el sistema de refrigeración de los equipos de la sala de servidores, ubicada en el edificio de la Caja Central. Detectado el problema en plena madrugada, apagaron los equipos para iniciar el proceso de enfriamiento, lo que hizo que dejara de funcionar la red informática. Dijo el director de Tecnología de la Información y Comunicaciones del IPS que ya para el mediodía se habían restablecido los servicios. El funcionario señaló que ahora piensan descentralizar la sala de servidores, alquilar otros servidores o contar con contratos de almacenamiento en la nube que permitiría que no caiga todo el sistema. Mencionó la necesidad de actualizar los equipos informáticos y apuntó que los más nuevos tienen una antigüedad de 10 años, mientras que el sistema informático acumula más de 20 años de uso.

El desorden que han dejado en esta institución es monumental. Lo que sucede en el IPS es mucho más que mala gestión, es una ofensa a cada trabajador paraguayo que aporta cada mes, junto con los empleadores, para sostener lo que para los politiqueros es como un cajero automático de su exclusivo uso.

Ninguno de ellos le dedica ni un solo minuto de pensamiento al dolor y los padecimientos de los pacientes que son los únicos que sufren las consecuencias de la pésima gestión.

Los asegurados que aguardan meses enteros para poder consultar con un especialista, los enfermos y todos aquellos cuya vida o cuya calidad de vida depende de un medicamento o un tratamiento no merecen recibir las mismas explicaciones vacías de contenido y los subterfugios con los que intentan ocultar la inoperancia.

Es hora de que el presidente del IPS, el doctor Jorge Brítez, asuma la responsabilidad y ofrezca las respuestas que se esperan de funcionarios cuya única tarea es hacer que la previsional provea a sus asegurados los servicios que corresponden: Atención de la salud de calidad, infraestructura adecuada y en condiciones, y provisión de medicamentos e insumos.

También debemos insistir en que el IPS debe dejar de ser un botín partidario que reparte a un grupo de privilegiados el dinero de los trabajadores.

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