30 jun. 2025

Grafiti y publicidad se unen para crear un gran museo de arte urbano en Bogotá

Bogotá, 18 sep (EFE).- El “boom” del grafiti en Bogotá, donde más de 4.000 jóvenes convierten cada día esta capital en un gran museo al aire libre, ha dado lugar a una novedosa industria publicitaria que ofrece alternativas de promoción a las empresas y reconoce el trabajo de los artistas.

Fotografía tomada el pasado 10 de septiembre en la que se registró un graffiti de 10 pisos de altura en el centro de Bogotá (Colombia). EFE

Fotografía tomada el pasado 10 de septiembre en la que se registró un graffiti de 10 pisos de altura en el centro de Bogotá (Colombia). EFE

Se trata de una iniciativa de Vértigo Graffiti, empresa creada en 2009 y la única en Colombia que “promueve el arte urbano a través de campañas publicitarias y diseño de interiores”, dijo su director ejecutivo, Alejandro Cárdenas, en una entrevista con Colombia.inn, agencia operada por Efe.

Cárdenas, de 34 años, y su socio Camilo Fidel López, de 31, ya han realizado 30 producciones artísticas por encargo de firmas como Home Center, Sprite, y el Círculo de la Moda de Bogotá, que promocionan desde bebidas y marcas de ropa hasta material de construcción.

Ambos, un administrador de empresas y un abogado, dejaron sus despachos en la zona financiera para abrir un negocio que crece cada día.

“Identificamos que en el arte urbano había una oportunidad, porque en el mundo se estaba reconociendo como una expresión artística y no como vandalismo”, expresó Cárdenas.

Así, buscaron en las calles a ocho grafiteros que hoy conforman el Colectivo Vértigo.

Si bien en Colombia se venían realizando murales publicitarios, en la mayoría de los casos réplicas de logotipos, lo que diferencia a Vértigo es que ofrece un servicio integral tanto a las empresas como a los artistas, y además estos últimos son los creativos.

“Somos una productora donde no solo hay una parte artística, sino una protección de la propiedad intelectual, hay una organización logística, hay toda una estrategia de comunicación”, aclaró Cárdenas.

Vértigo trabaja con la Alcaldía de Bogotá, “la que formaliza el permiso de la entrega del muro” y asume una responsabilidad en “la promoción del arte y de la profesión” de “writter”, como se autodenominan los grafiteros.

Un ejemplo de esa colaboración es la Calle 26, que comunica el centro de Bogotá con el aeropuerto, plagada de grandes murales y convertida, en palabras de Cárdenas, “en un corredor cultural”.

La clave, agregó, es “utilizar ese talento para embellecer la ciudad” y “darle una nueva vida a los espacios”.

La filosofía de Vértigo es “humanizar”, afirmó López, su director creativo: “creemos de corazón y de razón que el arte humaniza la forma como las personas se sensibilizan, humaniza cuando se reconoce al artista en un personaje principal en la construcción de una ciudadanía, humaniza en el embellecimiento”.

“Solo pretendemos que la gente entienda que hay 4.000 o 5.000 jóvenes en Bogotá practicando el grafiti y, si se puede lograr entender eso en toda su dimensión, podríamos tener una oportunidad económica y humana para todos”, aseveró López.

Uno de los integrantes del colectivo es Ricardo Vásquez, que se presenta con el nombre de “YURIKA” y quien empezó hace 12 años a pintar muros mientras montaba en patineta y escuchaba hip-hop.

Este diseñador gráfico conoció a López cuando el director creativo buscaba artistas: “Camilo nos expresó sus ideas y nosotros ya veníamos trabajando de una manera independiente en grafiti comercial; sin embargo, nos hacía falta complementar ese trabajo”.

“Lo estás haciendo por hobby, porque te gusta, porque te da la gana, y en un momento te dicen: ‘oye, ven, tu trabajo está bueno, pero ¿podemos hacer algo comercial?’”, relató YURIKA.

ECKS proviene de una familia de dibujantes, su tatarabuelo fue Francisco Antonio Cano, uno de los pintores más reconocidos de Colombia. Eso, unido a una adolescencia marcada por el hip-hop, le llevó a desarrollar su particular arte inspirado en la vida diaria y en las revistas que devoraba de adolescente.

Las discrepancias entre dos mundos tan opuestos, artistas y empresarios, se resuelven convenciendo “al cliente de que lo que estamos ofreciendo es algo muy único que no se lo va a dar nadie”, manifestó ECKS.

Una producción de Vértigo cuesta, dependiendo del tamaño, número de artistas y postproducción, que incluye difusión en los medios, entre 10.000 y 100.000 dólares.

El siguiente proyecto de Vértigo es intervenir de forma integral el barrio colonial de Getsemaní, en Cartagena de Indias, y para ello organizarán en diciembre el primer festival de arte urbano de Colombia: “Ciudad Mural”.

El reto es que Getsemaní se sume a lugares como Berlín, Lisboa o Wynwood, un barrio de Miami que estaba acosado por las drogas y los atracos y hoy alberga más de 60 galerías y comercios, además de ser uno de los grandes exponentes del arte urbano en el mundo.

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