Se extractan frases del papa Francisco sobre la lectura de hoy que nos pueda ser de utilidad para el momento actual: “Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del ‘adversario’... Al referirse al Evangelio de hoy (Mateo 16, 13-19), el Papa, ante todo, subrayó la fe de Pedro al proclamar a Jesús como ‘el Ungido’”.
“Me gusta saber –agregó– que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: ‘Unge’ al muerto (cf. Mc 5,41-42; Lc 7,14-15), unge al enfermo (cf. Mc 6,13; St 5,14), unge las heridas (cf. Lc 10,34), unge al penitente (cf. Mt 6,17), unge la esperanza (cfr. Lc 7,38; 7,46; 10,34; Jn 11,2; 12,3). En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano –allí donde se encontraba– pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: Tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: Hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo. Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción (cfr. Is 10,27). No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar «tú eres el Hijo de Dios vivo» (cfr. Mt 16,16)”.
Inmediatamente después, Jesús anuncia su destino de muerte y resurrección: “El ungido de Dios lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias. Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el ‘buen nombre’, las comodidades, la posición… el martirio”.
Ante este anuncio tan inesperado, Pedro reacciona: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte» (Mt 16,22), y se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama “Satanás”). Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como iglesia, estaremos siempre tentados por esos “secreteos” del maligno. Y digo “secreteos” porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención...
No son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con él y a tocar la carne sufriente de los demás.
“Al no separar la gloria de la cruz, Jesús quiere rescatar a sus discípulos, a su iglesia, de triunfalismos vacíos: Vacíos de amor, vacíos de servicio, vacíos de compasión, vacíos de pueblo”. Queridos hermanos, sigue latiendo en millones de rostros la pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Confesemos con nuestros labios y el corazón: «Jesucristo es Señor» (Flp 2,11).
Asimismo, cada domingo extractaremos algunas frases de la Exhortación Apostólica Gaudete Et Exsultate del papa Francisco sobre el llamado a la Santidad en el Mundo Actual, que nos pueda ser útiles en este momento de pruebas… El pelagianismo actual… 48. Porque el poder que los gnósticos atribuían a la inteligencia, algunos comenzaron a atribuírselo a la voluntad humana. Así surgieron los pelagianos y los semipelagianos. Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el lugar del misterio y de la gracia, sino la voluntad. Se olvidaba que «todo depende no del querer o del correr, sino de la misericordia de Dios» (Rm 9,16) y que «él nos amó primero» (1 Jn 4,19).
(Frases de http://www.asianews.it y www.vatican.va/).