El coliseo del Luzhniki fue el escenario de un cambio de orden táctico y de estilo de juego, tras el buen gusto del juego colectivo de España en 2010 y de Alemania en 2014, campeones de dichos mundiales. Francia apostó a un estilo que se inclina por la firmeza defensiva, por el orden táctico, el equilibrio, el aprovechamiento al máximo de la pelota parada y el vértigo de Kylian Mbappé, una de las figuras claves de Les Bleus. El chico de 19 años, que soporta la 10 en la espalda, ha logrado lo que otros grandes astros como Messi, Cristiano y Neymar no han conseguido.
como un grande. Croacia no decepcionó, ni mucho menos. Jugó sus armas con todo lo que el corazón le dio tras el gran desgaste acumulado, pero un tanto en contra y un gol de penal señalado a través del VAR golpearon su moral.
Con el tercer y cuarto tanto todo parecía liquidado. La remontada parecía muy lejana, pero el error de Hugo Lloris para el 4-2 reavivó esa fe inquebrantable que mantuvo vivo el partido hasta el final. Otro equipo habría caído rendido, pero Croacia, en un día poco brillante de sus grandes motores, Modric y Rakitic, no se rindió nunca. Los ajedrezados cayeron, pero lo hicieron con honor y haciendo historia.