Los países del G20 pondrán a disposición de los países vulnerables 100.000 millones de dólares de la suma total de los Derechos Especiales de Giro (DEG) emitidos por el FMI para afrontar la crisis sanitaria, acordaron ayer sus líderes durante una cumbre en Roma.
Este monto forma parte de la cantidad global de 650.000 millones de dólares (562.179 millones de euros) de DEG emitidos por el Fondo Monetario Internacional para afrontar la crisis causada por la pandemia. “Damos la bienvenida a las promesas recientes por un valor de alrededor de 45.000 millones de dólares (38.900 millones de euros) como un paso hacia la ambiciosa cantidad de 100.000 millones de dólares (86.489 millones de euros) en contribuciones voluntarias para los países más necesitados”, señalaron los líderes.
Los países del G20, que no se habían puesto de acuerdo hasta ahora sobre un monto a abonar a los países en desarrollo, siguen los pasos del G7, que ya fijó como objetivo la cantidad de 100.000 millones de dólares para redistribuir, especialmente a África.
Los DEG se reparten en función de las cuotas de cada país en el FMI, por lo que la mayor parte va a los países ricos. En la práctica, África solo se beneficiaría de 34.000 millones de dólares, por lo que algunos países desarrollados propusieron parte de los suyos.
tímido acuerdo. Los países del G20, responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, alcanzaron un acuerdo sobre sus ambiciones climáticas, para algunos una señal insuficiente de cara a la conferencia de la ONU sobre clima que comenzó en Glasgow.
Los dirigentes de las 20 naciones más desarrolladas se comprometieron a limitar el calentamiento del planeta a 1,5ºC respecto a la era preindustrial y a reducir el uso del carbón, pero no lograron fijar una fecha precisa para la neutralidad carbono.
“Estamos orgullosos de estos resultados, pero debemos recordar que solo es el principio”, dijo el primer ministro italiano, Mario Draghi, tras dos días de reunión en Roma, para quien estas son “un paso más en una larga y difícil transición”.
La presión sobre la primera cumbre presencial del G20 desde 2019 era fuerte. Desde el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hasta el papa Francisco, los llamados a adoptar medidas ambiciosas se multiplicaron hasta el último minuto.
“Me marcho de Roma con mis esperanzas insatisfechas, pero al menos no están enterradas”, tuiteó Guterres. Para el primer ministro británico, Boris Johnson, se hicieron “progresos razonables (...), pero no es suficiente”.
El lenguaje empleado en la declaración es “más fuerte” que en el Acuerdo de París de 2015, según dos negociadores. El G20 se comprometió a “continuar los esfuerzos para limitar a 1,5ºC” el calentamiento del planeta, un objetivo que requiere “acciones y compromisos significativos”.
Los países prometieron además dejar de financiar la construcción de nuevas centrales térmicas de carbón en el extranjero, aunque sin precisar ninguna medida a nivel nacional, y abogaron por conseguir la neutralidad de carbono a mediados de siglo o alrededor de esa fecha.