13 ene. 2025

“Fue en el segundo entierro de Hitler, esta vez en el Paraguay”

Fernando Nogueira de Araujo nació en 1943 en Caicó, Río Grande do Sul. Creció en la región de Londrina, Paraná, donde se hizo amigo de un joven inmigrante alemán, Harold Ernst, de quien luego supo era activo miembro de grupos nazis.

Había una gran comunidad de inmigrantes alemanes que se habían refugiado en Brasil tras la segunda guerra mundial, procedentes de Danzig, Alemania (actualmente Gdansk, Polonia), que se llamó Nova Danzig, hoy conocida como Cambé. “Era una colonia nazi”, destaca.

El padre de Harold era un ex oficial del ejército de Hitler, que se encargaba de la seguridad en Nova Danzig. Fernando creció en ese ambiente y supo la historia de que Adolf Hitler no murió en Berlín, sino que escapó a Argentina y luego vivió un tiempo en Nueva Danzig, en Brasil, protegido en la clandestinidad, y también un tiempo en el Paraguay, para regresar luego a la Argentina, donde supuestamente falleció en 1971.

En 1955, el presidente Juscelino Kubistchek ordenó que se retire a los nazis de Nova Danzig. “Cuatrocientos nazis alemanes fueron llevados al Paraguay, otros 200 a São Paulo, al barrio Cidade Dutra. Fueron alojados en la Bayer y en la Mercedes-Benz de Brasil”, contó Nogueira a Netto. Nogueira entró al ejército brasileño, se hizo sargento, fue destinado a Manaos, en la Amazonia, desde donde mantuvo contacto estrecho con su amigo Harold Ernst, hasta que en 1972 recibió la invitación para viajar a Asunción, en el Paraguay.

Contacto en Manaos. El contacto fue a través de otro amigo nazi, Paulo Corenchuck, que pertenecía al controvertido grupo misionero A Nueva Tribus. Su amigo le invitaba a Fernando y a su esposa a “una ceremonia especial” en el primer día de Año Nuevo, en Asunción, con todos los gastos pagados. Le pidieron que acuda con su uniforme militar.

“Fue una especie de pago, porque ayudé sicológicamente a Harold en su juventud. También era una forma de reclutarme a su sociedad secreta”, relató Nogueira a los autores del libro.

El militar fue conducido a la dirección de la calle España 202. “Había una escalera con un portón. Fui recibido por una chica rubia, alta, con un gran portallaves en la cintura. El terreno era cubierto de césped, en el fondo había una construcción con un elevador y una escalera, y abajo tres niveles bien organizados. Una especie de búnker completo, con dormitorio, comedor, salón. Desde afuera parecía un terreno abandonado”, relata Nogueira en el libro.

Al lugar llegaban varios hombres ancianos, muchos de ellos en sillas de rueda, acompañados de enfermeras. Nogueira cree que eran ex jerarcas nazis, refugiados en Paraguay. A las mujeres no se les permitía bajar. La esposa de Nogueira debió esperar en el primer nivel. En la ceremonia, en la noche del 1 de enero, uno de los jefes del grupo dijo: “¡Cómo pasa el tiempo! En febrero harán dos años que el Fürher nos dejó”. Después él pudo confirmar que Hitler habría fallecido en febrero de 1971 en la Patagonia argentina, y que su cuerpo era trasladado al Paraguay, para mayor seguridad. La ceremonia en torno al presunto féretro de Hitler duró desde las 20:00 hasta las 21:00. “Escuchábamos el ruido de los obreros colocando cemento y piedras en las paredes. Estaban cerrando el espacio con el féretro. Había llantos, mucha pena. Cerraron totalmente el acceso al nivel de abajo”, relató.

El militar calcula que asistieron unas 60 personas. Luego, todos se retiraron como quien abandona un velorio. “No me quedan dudas, fue el segundo entierro de Hitler, esta vez en el Paraguay. Yo fui testigo”, indica.