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SANTIAGO DE CHILE
Dos enviados especiales del papa Francisco para investigar un escándalo de abuso sexual infantil en Chile se reunieron con sacerdotes y trabajadores de la Iglesia en una universidad en Santiago el mes pasado.
Cuando los asistentes entraron a la sala, se encontraron con una situación que los sorprendió: policías y fiscales estaban a punto de iniciar una redada en las oficinas de la iglesia. Los enviados estuvieron 90 minutos en un seminario sobre cómo investigar las acusaciones de abuso sexual cometidas por otros clérigos tras las revelaciones de que cientos de niños podrían haber sido violentados.
Durante décadas, la Iglesia Católica en Chile investigó silenciosamente tales denuncias sin alertar a la policía, pero ahora es acusada, incluso por el propio papa Francisco, de un encubrimiento que permitió a los abusadores operar con impunidad. Uno de los clérigos que escuchaba a los enviados era Jaime Ortiz de Lazcano, asesor legal del arzobispo de Santiago. Los ayudantes corrieron a su lado y le dijeron: “Padre, vaya (a las oficinas de la Iglesia) porque va a haber una redada”, relató más tarde.
La policía y los fiscales estaban organizando allanamientos simultáneos en oficinas de la Iglesia a menos de un kilómetro de distancia de la universidad y también fuera de la capital, en busca de pruebas de delitos sexuales que la Iglesia no había denunciado. La sorpresa, ordenada por Emiliano Arias, un fiscal provincial, marcó el comienzo de lo que los expertos que rastrean crímenes sexuales en la Iglesia Católica Romana dicen que es una de las investigaciones más agresivas por parte de una autoridad judicial en cualquier parte del mundo.
Desde esa fría tarde de junio hubo 5 incursiones más en las oficinas de la Iglesia para confiscar documentos, teléfonos y computadores, obligando al Vaticano a responder a un escándalo que se desarrolla rápidamente y que es la peor crisis de imagen de Francisco, en su sexto año de papado. Liderando la acusación contra la Iglesia está Arias, de 45 años, quien cuenta con experiencia en la lucha contra el crimen organizado y demuestra una cierta afición por el espectáculo al llevar los equipos de noticias en los allanamientos.