San José María a propósito de la lectura y de los acontecimientos en estas fechas reflexionó: “Hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. Al oír esto, el Rey Herodes se turbó y, con él, toda Jerusalén. Todavía hoy se repite esta escena. Ante la grandeza de Dios, ante la decisión, seriamente humana y profundamente cristiana, de vivir de modo coherente con la propia fe, no faltan personas que se extrañan, y aún se escandalizan, desconcertadas. Se diría que no conciben otra realidad que la que cabe en sus limitados horizontes terrenos.
Ante los hechos de generosidad, que perciben en la conducta de otros que han oído la llamada del Señor, sonríen con displicencia, se asustan o –en casos que parecen verdaderamente patológicos– concentran todo su esfuerzo en impedir la santa determinación que una conciencia ha tomado con la más plena libertad. (…)
Nuestro Señor se dirige a todos los hombres, para que vengan a su encuentro, para que sean santos. No llama solo a los Reyes Magos, que eran sabios y poderosos; antes había enviado a los pastores de Belén, no ya una estrella, sino uno de sus ángeles. Pero, pobres o ricos, sabios o menos sabios, han de fomentar en su alma la disposición humilde que permite escuchar la voz de Dios.
Considerad el caso de Herodes: Era un potente de la tierra, y tiene la oportunidad de servirse de la colaboración de los sabios: Reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Su poder y su ciencia no le llevan a reconocer a Dios. Para su corazón empedernido, poder y ciencia son instrumentos de maldad: El deseo inútil de aniquilar a Dios, el desprecio por la vida de un puñado de niños inocentes.
(…) La vocación es lo primero; Dios nos ama antes de que sepamos dirigirnos a él, y pone en nosotros el amor con el que podemos corresponderle. La paternal bondad de Dios nos sale al encuentro. Nuestro Señor no sólo es justo, es mucho más: Misericordioso. No espera que vayamos a él; se anticipa, con muestras inequívocas de paternal cariño (…).
(Frases extractadas de https://www.escrivaobras.org/book/es_cristo_que_pasa-capitulo-4.htm).