Una de las principales críticas existentes a esta adjudicación es que la empresa ganadora para la reparación de helicópteros de la unidad militar no presenta un historial creíble de solidez financiera, inexcusable para este tipo de contratos. Ante publicaciones periodísticas anteriores la FAP se vio forzada a asegurar que Aeropartes SA sí es solvente. Pero los indicios documentales permiten dudar o directamente echan por tierra la defensa de los militares.
En principio, la firma adjudicada no tenía cuenta corriente al presentar la oferta. Para tratar de salvar este imperdonable desliz presentaron una cuenta corriente a nombre de una persona, Fernando Franco, lo que es una irregularidad que atenta contra las obligaciones del contrato.
La cuenta de la persona señalada mostraba ciertas peculiaridades que alimentan la teoría de la insolvencia financiera de la adjudicada. Ella no registraba ningún movimiento desde el 2 de julio del 2007 y carecía de saldo disponible.
Es más, la Secretaría de Estado de Tributación (SET) informó en marzo de este año que Fernando Franco no se encontraba inscripto en el impuesto a la renta personal, declaraba cero ingresos de enero a julio 2019 y no presentaba sus declaraciones del impuesto al valor agregado de julio 2019 a febrero 2020.
Arreglo posterior. Los documentos existentes en torno a este caso son claros al determinar que la empresa cuestionada no tenía cuenta bancaria al presentar la oferta para quedarse con el contrato de reparación de los helicópteros.
Banco Visión ha presentado un informe de cuentas abiertas a Aeropartes SA, señalando que la firma abrió una cuenta con ellos el 20 de diciembre del 2019. Lo que llama la atención y da pie a las sospechas de que se está ante una licitación amañada es que el contrato fue suscripto el 29 de noviembre del 2019, de lo que se deduce que la cuenta fue abierta recién 21 días después de la rúbrica del contrato.
Otro detalle es que se trata de una cuenta de ahorro. Una empresa con suficiente solvencia para manejar contratos de esta envergadura utiliza, señalan los especialistas consultados por esta hoja, con cuentas corrientes no con cuentas de ahorro que son más para uso personal antes que empresarial y menos si se trata de un contrato de G. 2.800 millones.
fachada. Los que cuestionan este contrato directamente acusan a la firma de ser, como mínimo, una empresa de maletín. La FAP niega este extremo y en todo momento defendió a la firma y su solvencia financiera.
Pero los indicios obrantes permiten dudar de la certeza de los militares y ponen en entredicho su actuación como buenos gestores del erario.