Con música, ballet, alabanzas y una contagiosa algarabía, jóvenes, niños, adultos y adultos mayores de distintas comunidades participaron ayer de la apertura del Congreso Eucarístico Arquidiocesano, que bajo el lema Abrazarse a Cristo Jesús empezó ayer. El mensaje principal se centró en volver a la esencia cristiana de estar al lado de los más desamparados.
El cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo (Uruguay), fue el encargado de presidir la homilía de la fiesta de Corpus Christi que se realizó en la Costanera. El purpurado resaltó la inmensa alegría de visitar Paraguay. Destacó el idioma guaraní, sus lazos familiares con el Paraguay y la historia que el país comparte con Uruguay al dar asilo al héroe José Gervasio Artigas (1764-1850).
“Siempre que he visitado esta tierra me viene la emoción de pisar un suelo sagrado, una tierra de valientes, un pueblo de mujeres fuertes que supieron transmitir a sus hijos valor y fe”, señaló.
El himno del Congreso Eucarístico Arquidiocesano interpretado por Christian Arzamendia y el Coro de Niños de Luque dieron pie a la procesión de imágenes de Nuestra Señora de la Asunción, de San Blas y el corazón incorrupto de San Roque González de Santa Cruz, para así dar inicio a la celebración eucarística.
Solidaridad. Sturla resaltó la fe de los pobres que “con su confianza y disposición a dejarse ayudar” muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia de Dios. Dijo que abrazarse a Cristo es abrazar al hermano que sufre, al hermano marcado por la pobreza y el dolor. Es “tocar la carne de Cristo en las heridas de los pobres”.
“Este Congreso Eucarístico donde experimentaremos el abrazo de Jesús presente en su carne en la Eucaristía nos lleva también a abrazarlo en su carene a los hermanos que sufren”, resaltó.
Por su parte, Mons. Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción, señaló que este Congreso busca reimpulsar: la eucaristía con fundamento doctrinal y misionero, la promoción de la “Iglesia en salida” con una dimensión social de la eucaristía.
Dijo a los fieles que deben mirar con los ojos misericordiosos de Jesús a los que sufren: indígenas, campesinos bañadenses, niños y jóvenes de la calle, damnificados por las crecidas, presos y ancianos. Esto para crear un Paraguay más fraterno y establecer una cultura de encuentro como insta Fancisco. El arzobispo pidió a los católicos colaborar entre todos por un desarrollo sustentable que priorice la atención a las familias pobres y marginadas.