–¿Desde cuándo está en el Norte del país?
–Estoy en la Diócesis de Concepción desde hace 43 años. Soy de Caraguatay, de Cordillera. Me ordené sacerdote y vine acá. Me ordené en el año 1977, y desde el primer mes del año siguiente estoy trabajando acá.
–¿Qué piensa de los nuevos secuestros?
–Pienso como todos. Es algo que pesa mucho. Cualquiera sea el secuestrado pesa y es una situación denigrante. Nos deja mal, más todavía porque este señor (Óscar Denis) para mí es uno de los pocos políticos de altura moral, de ética, de responsabilidad ciudadana, trabajó mucho por Concepción, por el país. Para mí es una persona muy entera. Los secuestros hieren y denigran a la persona, a cualquier persona. Duele.
–¿Cree qué existen sectores que buscan aprovecharse políticamente de la situación? ¿Cuáles, por qué?
–No han de faltar, creo que sí, se presta para muchas cosas. Es decir, por ejemplo, para aprovechar y atacar simplemente al Gobierno, que es cierto que tiene mucha responsabilidad, pero no creo que el presidente (Mario Abdo Benítez) quiera que alguien sea secuestrado, no lo buscan, pero no falta gente que busca hacer leña del árbol caído. También dicen que justo secuestran a alguien porque es liberal, pero no es por eso, nada de eso, se le quiere sacar plata y punto.
–¿Qué le puede decir a las familias de los secuestrados?
–Tengo una comunicación muy fluida con Beatriz, quien más o menos está representando a la familia. Hemos hablado mucho, seguimos conversando. No se puede asegurar nada. Estoy a disposición de la familia. Trato de brindarles un poco de consuelo. Trabajé mucho con Óscar Denis, siempre mantuvimos una relación de fraternidad y respeto. Naturalmente soy sacerdote y creo mucho en Dios, mi filosofía va por la resurrección de Jesucristo, creo en Jesucristo resucitado, no me quedo en un Jesucristo sufriente, de la cruz, pregono un país resucitado, una sociedad resucitada. A veces, me siento muy cansado, pero mi meta es esa, me sostiene. Porque vivo en un Estado de muchas carencias, de mucha pobreza extrema, cansa, uno se pone a llorar, y a veces me cuesta hablar de resurrección, pero lo intento.
–¿Qué opina del Estado y su papel en el Norte del país?
–Falta más presencia del Estado, pero lo que más falta es una presencia inteligente. Hoy se habla mucho de posturas inteligentes a nivel de salud, y también en materia de seguridad hace falta una presencia inteligente. Hay muchos problemas que no se van a solucionar con metralletas, con presencia uniformada o con armamento sofisticado, sino que la comunidad, el país, la sociedad necesita otro tipo de ayuda del Estado. El Estado tiene que escuchar más a la ciudadanía, comprometerse más con las personas y escucharlas. Necesitamos ser más sinceros. El Estado no es sincero, el Gobierno no acepta sus equivocaciones, sus errores, tiene que ser más sincero consigo mismo y abierto a trabajar.
–¿Qué debe hacer el Gobierno? ¿Qué opina de su tarea de brindar seguridad?
–Acá se actúa a lo bruto. Con esas actuaciones, por ejemplo, lo que pasó con el operativo que causa la muerte a dos niñas, calificando el trabajo como exitoso, pero dejaron mucho que desear. Quemaron evidencias que eran fundamentales para investigar. Todo lo hicieron mal. Insistieron en que fue una operación exitosa, pero ¿cómo puede ser exitoso festejar la muerte de dos niñas? Ni siquiera fueron capaces de reconocer el error, de pedir disculpas. Es un momento de soberbia y error. Sobre esa soberbia y ese orgullo no se puede proceder en forma correcta, no podemos construir nada.
–¿Qué piensa del trabajo de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en el Norte?
–Así como están las cosas la Fuerza de Tarea Conjunta no sirve. Se tiene que replantear. Tenemos que ser más sinceros. En este tiempo, la FTC trae más problemas que soluciones. Acá hay comunidades enteras que fueron desarticuladas por ellos, entraban a las casas, las destecharon, torturaron gente, abusaron de niñas, de jóvenes, de señoras. Tienen que reconocerlo. Hay muchos pecados, desde el pecado original de haber sido creada de forma inconstitucional, hasta el hecho de haber creído que iban a solucionar los problemas pegando con saliva policías y militares. La policía y los militares no pueden trabajar juntos, no se pueden ver, no lo van a hacer, esperamos en vano eso. Se están violando derechos individuales y colectivos.
–¿Qué piensa del EPP?
–Para mí son criminales. No tienen siquiera componentes ideológicos como para decir “van a conquistar poder, van a conquistar al pueblo”. Ellos no son queridos, no son aceptados, son temidos. Son gente cruel. Expresan un lindo discurso para muchos oídos, pero nosotros vemos y constatamos que no es así. Mataron a campesinos, a hijos de campesinos, a pobres policías, a peones de estancia, a quienes son de clase pobre y trabajadora.
–¿Qué espera para el Norte del país?
–Mi deseo es que el Norte trabaje. Queremos garantías de seguridad, estabilidad, tranquilidad. Necesitamos paz. Estamos con un sufrimiento terrible desde hace demasiado tiempo. Nadie puede vivir tranquilo. Perdimos demasiado tiempo y el primer ladrillo para el desarrollo es la tranquilidad, sin la cual no avanzaremos.
(Óscar Denis) es uno de los pocos políticos de altura moral, de ética, de responsabilidad ciudadana, trabajó mucho por Concepción, por el país. Los secuestros hieren y denigran.
Quemaron evidencias (durante el operativo en el Norte). Todo lo hicieron mal. Insistieron que fue una operación exitosa, pero ¿cómo puede ser exitoso festejar la muerte de dos niñas?
Para mí (los del EPP), son criminales. No tienen siquiera componentes ideológicos (...). No son queridos, no son aceptados, son temidos.
Vivo en un Estado de muchas carencias, de mucha pobreza extrema, cansa, uno se pone a llorar, y a veces me cuesta hablar de resurrección.