El regreso al poder del líder sindical y tres veces presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido calificado por la prensa internacional como el renacer de la mitológica ave fénix. Con 77 años, este verdadero ícono de la izquierda latinoamericana venció al actual presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que buscaba su reelección. Lula retomará las riendas de su país tras haber sido condenado y encarcelado por un caso de corrupción, en lo que se había vaticinado como el final de su carrera política.
Al Paraguay le conviene que a sus vecinos les vaya bien. Y en el caso específico del coloso Brasil, este anhelo se acrecienta tomando en consideración la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, de notable trascendencia para nuestro país.
Vale la pena recordar que hace exactamente 13 años y después de arduas negociaciones, un 25 de julio de 2009 los presidentes de entonces, Fernando Lugo y Lula da Silva, habían anunciado un histórico acuerdo en beneficio de Paraguay sobre la Itaipú Binacional. Y, si bien es cierto que no hubo en aquel momento coincidencia absoluta, nuestro país logró que fueran reconocidos una parte de sus principales reclamos, uno de ellos, el aumento de la compensación que recibe de Brasil por la cesión de su energía. Es así que, de la Itaipú, Paraguay recibiría USD 360 millones al año, a partir del 2010, por la cesión de parte de la energía que no consumía a Brasil. El monto representó un importante aumento frente a los USD 107 millones que se recibían antes del 2008.
Debemos pues mantener las expectativas frente al cambio en Planalto, considerando los antecedentes de haber negociado antes con el presidente Lula.
Mientras tanto, toda la atención de nuestro gobierno y de nuestra clase política debe estar puesta en la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú. Para ello se debe poner especial cuidado en el equipo negociador, pues estas personas tendrán a su cargo unas negociaciones que definirán probablemente el futuro del país. De la capacidad técnica, los conocimientos, la ética y el compromiso de ellos dependerán los acuerdos que hagan valer nuestros intereses nacionales.
El Paraguay debe seguir respetando la soberanía de los pueblos, y puestos ante un nuevo escenario de negociación debe apostar sus mejores recursos, ya que los resultados a largo plazo podrán significar –si se hace bien esta tarea– contar con recursos de la venta de energía que podrán a su vez impulsar el crecimiento económico y la calidad de vida de la población, que debería ser el punto fundamental en la agenda de nuestros gobernantes. Nuestro país tiene mucho por ganar, y probablemente lo más importante será recuperar la soberanía perdida en el Tratado vigente. Al Brasil, por su parte, como lo había expresado el presidente Lula hace 13 años tras la firma del acuerdo energético, “no le conviene tener un vecino que no tenga su mismo ritmo de desarrollo”.
Si bien Itaipú deberá permanecer entre las prioridades para nuestro gobierno, mirando al 2023, el año de la renegociación, hay otros puntos cruciales en la agenda que mantenemos con el Brasil. Uno de ellos es sin lugar a dudas el tema de la coordinación de la lucha contra el crimen organizado.
Debemos seguir trabajando conjuntamente con el Gobierno brasileño para unificar y sumar los esfuerzos en la lucha contra el crimen organizado, la producción y tráfico de drogas, el tráfico de armas y otros delitos transfronterizos como el contrabando en las fronteras compartidas. Los ciudadanos de ambas naciones conocen bien los nefastos efectos del crimen organizado en nuestras sociedades, particularmente cuando este opera impunemente, dejando a su paso violencia, aflicción y pérdida de valiosas vidas.
