Esteban, de 38 años, es uno de los tantos compatriotas que han debido retornar desde el Brasil, tras haberse quedado sin trabajo en el vecino país por el cierre del taller de confección en el que estaba empleado en la ciudad de São Paulo, debido a la paralización causada por la pandemia.
El hombre logró ingresar al país a través del Puente de la Amistad junto a muchas otras personas, desde donde fue trasladado hasta un albergue bajo estricto control sanitario, en donde fue sometido a las pruebas de Covid-19. Tras haber sido detectado que estaba contagiado con el virus, se sometió al tratamiento médico, logrando recuperarse de la enfermedad.
Cuando finalmente fue dado de alta por las autoridades de Salud, regresó con mucha esperanza junto a su familia a su lugar de residencia, pero se encontró con que sus vecinos lo recibían con mucho temor y lo rechazaban como si fuera un leproso. Según declaró en un reportaje publicado por este diario, Esteban se siente un “despreciado de la sociedad”, aunque confía en que también podrá superar esta situación con la ayuda de su esposa y sus hijos.
Hay otros casos similares que también se han reportado, de personas recuperadas del Covid-19, a quienes los vecinos se niegan a saludar o a atender, ya que cruzan a la otra acera cuando los ven en la calle e incluso se niegan a atenderlos en locales comerciales, presuntamente por miedo a que puedan contagiar con el virus a los demás. Este rechazo incluso se traslada a sus familiares que no han padecido la enfermedad, solo por tener vínculos de parentesco.
Esta deplorable situación se debe principalmente a la ignorancia que persiste en algunos sectores de la población, debido a la falta de una mejor información por parte de las autoridades de Salud.
No se ha logrado transmitir adecuadamente que, según la mayoría de los expertos en epidemiología, los pacientes completamente recuperados del Covid-19 no solamente ya no representan un peligro de infección para otros, sino inclusive pueden contribuir a donar plasmas con anticuerpos para los tratamientos experimentales de quienes siguen enfermos.
Del mismo modo, existe la necesidad de implementar protocolos de seguridad y protección, que acompañen la adecuada reinserción de las personas recuperadas en sus respectivas comunidades.
Ante esta penosa realidad, desde la sociedad debemos contribuir a desactivar estas actitudes de rechazo y de discriminación, contribuyendo a facilitar buenos datos sobre los efectos de la pandemia, evitando propagar informaciones falsas y por sobre todo estimulando la solidaridad como un valor para superar juntos esta crisis.