20 ene. 2025

“Es necesario trabajar la narrativa sobre el lugar de las mujeres en la sociedad”

El miércoles se cumplieron 62 años del reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres en Paraguay. Hoy siguen intactas barreras estructurales que desalientan la participación de ellas en política

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Analista. Carmen Echauri es oficial del Programa de IDEA Internacional en el Paraguay.

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Han transcurrido 62 años de la aprobación del derecho al voto de las mujeres y 34 de la apertura democrática. Cambio a partir del cual los derechos políticos pudieron hacerse más efectivos, “porque hay un marco normativo que los habilita”, dice Carmen Echauri. Recuerda que anteriormente era solo el derecho a votar, no a ser electa. Aún así, hubo dos parlamentarias desde la promulgación el 5 de julio de 1961 de la ley 704 “De los derechos políticos de la mujer”. Luego se dio la paulatina construcción de marcos institucionales para la democracia y ha habido un proceso muy lento de crecimiento de la representación política de las mujeres. Para la socióloga, partimos de un piso bastante bajo, ya que si se toma el año 1998, por ejemplo, en la Cámara de Diputados la participación de las mujeres era de 2,5%. Por lo tanto, lo que se ve ahora parece “un gran salto, con 18 diputadas y 11 senadores electas para el período 2023-2028”. Pero si comparamos con promedios regionales, sigue siendo baja la participación.

–¿Y si se compara el período legislativo que venció su mandato y el que acaba de iniciar?

–Los datos indican que de una participación femenina de 17,7% en el 2018, ahora pasamos a 24,4%. En el 2018, hubo 8 senadoras, ahora fueron electas 11. De ellas, 3 son completamente nuevas en la legislatura y vienen desde fuera de la política, como las tres que ingresaron por Cruzada Nacional. Aunque Yolanda Paredes sí la tiene. Después tenemos las que eran diputadas y ahora son senadoras. Pero también se ha dado la pérdida de la representación progresista en el Senado que ahora se reduce a una legisladora (Esperanza Martínez).

El avance es muy lento. Existe un cálculo que señala que entre elección y elección se ha crecido 2,5%, con lo cual si sigue este ritmo de crecimiento, tomará mucho tiempo llegar a la paridad de género.

Ahora, en el Senado, por primera vez se sobrepasa el porcentaje de la cuota del 20% que se estableció en el 96 en el Código Electoral; y en Diputados, también hubo un crecimiento importante. Se pasó de 12 diputadas electas a 18, o sea, 6 legisladoras más, lo que hace a un 22,5 % de representación.

–¿Cuáles son los factores preponderantes que explican el lento avance?

–Hay que entender que las leyes y las instituciones por sí solas no bastan. Existen condiciones estructurales que explican la poca participación de las mujeres en la política, en la vida pública en general y en los espacios de toma de decisión. Pese a que en la base de la pirámide hay muchas mujeres que participan en los partidos. Pero disminuyen en la medida que se sube la pirámide hacia la toma de decisión y de distribución de poderes. Hay pocas mujeres en la conducción del Partido Colorado. De 17 miembros, solo dos son mujeres. En el Directorio del PLRA, la situación es diferente, de 30 miembros, 11 son mujeres. Todavía no se acerca a la paridad, aunque porcentualmente la participación de las mujeres es un poco más alto.

En el PLRA se ha debatido orgánicamente sobre la paridad. Estuvo en la agenda del partido que ha modificado sus estatutos introduciendo la paridad 50% hombres; 50% mujeres. Otros partidos también contemplan un porcentaje de representación de las mujeres en sus estatutos, pero de ahí a que eso se refleje en la composición de las listas ya es otro tema.

El primer proyecto del 50% lo presentó el partido Patria Querida, pero hoy esta nucleación política no apoya la idea de paridad que es diferente al concepto de cuotas.

Entre los factores estructurales que contribuyen a que sea lento el crecimiento de la representación de mujeres en la política se puede citar la división sexual del trabajo que implica que las mujeres están responsabilizadas primariamente, por reproducir la vida, por la educación de niños y niñas, y por el cuidado de personas enfermas dentro de la familia, etc. No hay un equilibrio en el reparto de esas responsabilidades entre la vida pública y la vida privada y entre lo que se asigna a las mujeres y a los hombres.

–¿Esto les resta tiempo para dedicarse a otras actividades, como la política?

–Eso baja su potencial para competir en igual de condiciones. Al no haber igualdad de condiciones para la competencia política por estos factores estructurales que son persistentes, y que tienen que ver con el peso que significa una cultura patriarcal y machista, conlleva estereotipos y prejuicios de género muy fuertes a la hora de mirar a las mujeres como candidatas rentables para una lista electoral.

Entonces, ahí entra el rol de los partidos políticos que son los que confeccionan las listas. El empoderamiento político no es algo que nace en forma espontánea, sino es un proceso de construcción, de socialización política de mujeres y hombres. Pero la entrada de las mujeres al espacio político conlleva además abrirse paso entre prejuicios que tienen que ir salvando. También es necesario trabajar la narrativa, los discursos públicos relacionados con el lugar de las mujeres en la sociedad.

–¿Es el factor económico una barrera de peso?

–Sin duda, un estudio reciente sobre financiamiento de la política, que está en proceso de construcción a cargo de Guzmán Ibarra, analizado en el marco de las leyes de financiamiento político y su impacto en los procesos y campañas, señala que se identificó una clara diferencia entre el origen de los fondos que usan las mujeres para su campaña, los cuales provienen de recursos propios o apoyo familiar, que los que utilizan los hombres. Estos los consiguen de otros apoyos, principalmente de sus propios partidos, y otras fuentes a las que las mujeres, en general, no suelen tener acceso. Enfrentar una campaña con éxito parte de la base de tener recursos para hacerse conocidas, porque si no lo son, no serán votadas. Esa es la lógica de las campañas, salvo para algunas mujeres emblemáticas que ya tienen un discurso, una figura propia, conocida a nivel nacional.

Agreguemos la violencia política en la representación de género que existe en forma de manifestaciones muy sutiles y normalizadas como parte de las relaciones sociales entre hombres y mujeres. Hay mucho que trabajar aún en el tema de la violencia de género en general, no solamente en el ámbito político.

–¿Qué opina del argumento que ponen algunos de que no hay suficientes mujeres disponibles y preparadas para desempeñare en política?

–Yo creo que las mujeres están muy preparadas. Si vemos el ingreso y egreso en las universidades encontraremos que las mujeres tienen mayor matrícula, tasas de egreso equivalentes o mayores a la de los hombres y el rendimiento académico supera al de los varones. Esa es una primera cuestión. Ahora, trasladar esas capacidades al ámbito político necesita un proceso de empoderamiento político.

Muchas mujeres que están en los partidos están preparadas, pero no son tenidas en cuenta a la hora de ocupar espacios de decisión, tanto a nivel partidario, como a nivel de cargos de elección popular. Es importante tener una ley de paridad de género porque no es lo mismo una cuota de participación dentro de los partidos que una ley nacional de paridad de género. Pero las mujeres también necesitan ejercitar una práctica de la política. Es muy importante apostar por la formación política de mujeres y que los partidos trabajen esto.

Entrevista a carmen echauri, socióloga, del equipo de IDEA Internacional en Paraguay

No hay un equilibrio en el reparto de las responsabilidades entre la vida pública y privada asignadas a mujeres y hombres.

En el Senado, por primera vez, se sobrepasa el porcentaje de la cuota del 20% que se estableció en el 96 en el Código Electoral.

Hay varias organizaciones trabajando en un nuevo proyecto de ley de paridad para una efectiva paridad democrática.

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