Elías Piris | epiris@uhora.com.py | Twitter: @eliaspiris
No prometió “traerlos del jopo” como lo había dicho su antecesor, Federico Franco. Horacio Cartes prometió combatir al EPP con “más presencia del Estado en el norte”, era un discurso centrado en la columna vertebral del conflicto. “Los enfrentaremos con más escuelas, más caminos, con más presencia”, reflexionaba en una rueda de prensa.
Dos días pasaron de la asunción del nuevo presidente de la República y el EPP mataba a Ramón Nolberto Ayala Insaurralde, Catalino Ortíz Larrea, Pedro Pablo Ramírez Esquivel, Jorge Sebastián Rojas Vera y el policía Feliciano Coronel Aguilar. Los primeros cuatro eran guardias de una estancia en Tacuatí, departamento de San Pedro, sitio donde un 31 de mayo del 2013 también había sido asesinado a tiros el ganadero Luis Lindstron.
Era la mayor matanza del grupo armado, que fue la “piedra en el zapato” de los anteriores gobiernos. Todo daba a entender que el de Cartes no sería la excepción.
El caso conmocionó al país y agitó las aguas en el recién asumido gabinete. Un preocupado ministro del Interior aparecía en las imágenes de la televisión...Francisco de Vargas sabía que nada sería fácil.
El 18 de agosto del 2013, atacaron a tiros una patrullera en Cruce Tacuatí, que pertenece a la Comisaría de Villa Mercedes. Fueron heridos Sebastián Benítez Ríos y Francisco León Maldonado.
Luego, el 21 de agosto del 2013, desconocidos aprovechando la oscuridad de la noche dispararon contra la sede del puesto policial número 7 del asentamiento Nuclear 3 de Arroyito, distrito de Horqueta.
El conciliador discurso de la presencia estatal con escuelas y caminos se diluyó rápido. Cartes apeló a la “mano dura” y con la venia del Congreso, ordenó la incursión de fuerzas militares en el norte. 400 efectivos militares, entre ellos 60 de las fuerzas especiales fueron enviados a la “zona de influencia”.
Pese a que la acción conjunta entre policías y militares fue anunciada con “bombos y platillos”, el 21 de agosto del 2013, dispararon contra la sede del puesto policial No 7 del asentamiento Nuclear 3 de Arroyito, distrito de Horqueta. Siete días después, el propio ministro del Interior, reconocía el “primer fracaso” en los operativos.
El 20 de septiembre del 2013 a las 02:00 AM atacaron el retiro de la estancia Guaraní, Yby Yaú, Concepción, los policías respondieron a los disparos. La balacera no dejó heridos. A la par, sectores sociales denunciaban atropellos de las fuerzas militares en humildes asentamientos, al igual que activistas y organizaciones por los Derechos Humanos.
Conste que la militarización del norte de la Región Oriental gozó inicialmente de la aprobación de un sector de la ciudadanía que vio con buenos ojos la medida y avizoró que sería la solución final a un problema de larga data.
Seguían los ataques y la esperanza decaía: El 1 de octubre del 2013 Tres patrulleras con efectivos de la Policía y funcionarios de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior fueron atacados en el Cruce Tacuatí. Resultó muerto el oficial instructor de Derechos Humanos, Solano David Burgos. Además, resultaron heridos los suboficiales Juan Marín, Mario Agüero, Adalberto Díaz, Melchor Romero y Diana Ramírez, y el oficial inspector Néstor Damian Cruz Roa.
“A mis queridas fuerzas militares, mis saludos y mi respeto. Decirle gracias por todo lo que hacen en silencio”, dijo Cartes dirigiéndose a las fuerzas armadas a pocos días de que se cumplan 100 días de su gobierno.
Continuó diciendo: “Nosotros no le preguntamos si tienen donde dormir, si tienen armas, si tienen balas, si tienen que comer. Y al pedido de ellos, porque el Paraguay los necesita, ellos simplemente contestan ¡a su orden!, porque la Patria los llama”. Mientras tanto la ciudadanía se sigue preguntando: ¿Dará resultado el despliegue? ¿Por qué no se logra desarticular al EPP? ¿Quiénes están detrás de este misterioso grupo: El narcotráfico, policías corruptos? Las respuestas siguen en el tintero...
Mientras tanto, Tacuatí se convirtió en un pueblo fantasma. Según el relato del periodista de Última Hora, Virgilio Cáceres, la ida de la familia Lindstron del lugar, más la presencia de militares volvió el panorama de la ciudad, desolador. Los pobladores piden fuentes de trabajo y que la tan promocionada presencia del Estado pase del mero discurso a la acción.
Aparte del EPP, Cartes debe enfrentarse a la alta tasa de homicidios, asaltos, robo de vehículos, tráfico de drogas y casos de abuso sexual. Cánceres difíciles de extirpar de la sociedad paraguaya.
Al momento de asumir el cargo, agosto del 2013 arrancaba con 37 homicidios, 14 hurtos agravados, 60 asaltos de motobandis, 20 hurtos domiciliarios, 46 casos de abuso y coacción sexual, tan solo en Asunción y Área Metropolitana, según datos brindados por la Policía Nacional.
La hoja de ruta ya está marcada. A Cartes solo le remontar un partido que inició con resultado adverso.