Los últimos camiones con cajas de tomates extranjeros ingresaron al país el 12 de mayo. Desde entonces no se pueden utilizar las acreditaciones fitosanitarias de importación (Afidis), un recurso que utiliza el Estado para promover la venta de la producción nacional, que empieza a tener un interesante volumen de cosecha.
Gregorio Ocampos, de la Asociación de Productores de Yhú, Caaguazú, comentó que el sector está pudiendo colocar los tomates a G. 7.000 por kilo a los intermediarios, pero hay experiencias de valores superiores.
Reconoció que hubo atraso en la maduración, debido al clima, pero en las últimas semanas hubo un mejor desempeño. Ocampos considera que en cuestión de calidad, el tomate paraguayo demostró que nada puede envidiar al argentino, pero esta opinión no es compartida por los comerciantes de mercados mayoristas.
Karen Leguizamón, dirigente de importadores y vendedores del Abasto, señaló que tal vez el 20% reúne las condiciones exigidas por los consumidores.
Además, asegura que ni siquiera la cantidad es suficiente y que la demanda en realidad se cubre con productos de contrabando.
Esta disputa se da todos los años en temporada de cosecha, pero esta vez Leguizamón dijo que ya no apelará al Estado. “Este año ya no tenemos ánimo de intentar llegar a un acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Ganadería porque año tras año tenemos la peor experiencia por tratar de trabajar legal”, refirió sobre el reclamo de autorizaciones de importación en proporción a los faltantes de productos.
También tienen restricciones de ingreso el locote verde, repollo blanco, pepino, zapallo, zanahoria y limón.
Estas medidas se aplican como “protección de la producción nacional”.
LAS CIFRAS
G. 7.000
por kilo de tomate reciben los productores en sus fincas. En temporada de superproducción los precios suelen bajar.
6.600
toneladas es la demanda mensual de tomate en el país. Los importadores dicen que la producción nacional es insuficiente.