En el barrio Trinidad de Asunción, el aire fresco se cuela por las ventanas abiertas de un salón. Allí, en mesas alineadas contra las paredes, hace tres semanas reposaban computadoras viejas, con pantallas pequeñas y sistemas que ya nadie usaba. Los niños del centro las miraban como piezas de museo. Algunos ni siquiera se atrevían a encenderlas. Otros no sabían que había algo que encender.
Ahora, en ese mismo espacio, se oyen clics nerviosos, risas, preguntas lanzadas al aire. En el medio, de pie y con la paciencia de quien entiende que cada descubrimiento necesita su tiempo, está Rafael Candia de Souza, un joven de 16 años que vive en Estados Unidos y que, cada verano, cruza miles de kilómetros para llegar a la tierra donde nacieron sus padres.
Lo hace por decisión propia: En lugar de quedarse en la comodidad de un verano norteamericano viene al Centro de Desarrollo Integral Niño y Niña Feliz que brinda atención a 115 niños y niñas y que es dirigido por la congregación de Hermanas de San José de Cluny para trabajar como voluntario.
No es nuevo en esto. Desde hace tres años, Rafael y su hermano menor, Paolo, de 13, dedican parte de sus vacaciones a ayudar en este hogar que brinda apoyo escolar, emocional y alimentario a niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Al principio, sus tareas eran simples: Servir almuerzos, jugar, acompañar en las tareas escolares. Pero este año quiso dar un paso más.
“Quería hacer algo más, al go que yo sabía hacer”, dice con timidez.
El cambio empezó con una observación. Durante una de sus visitas anteriores, Rafael se dio cuenta de que en el salón de informática había equipos que funcionaban con Windows 98, y que muchos de los chicos jamás habían tocado una computadora. Se lo comentó a su madre, Inés, y la idea comenzó a tomar forma: renovar las máquinas y, más importante, enseñar a usarlas. Lo que siguió fueron meses de gestión.
Desde febrero, contactaron a empresas para conseguir donaciones de laptops. Paralelamente, lanzaron una campaña para recaudar fondos, con un objetivo inicial: Instalar un aire acondicionado en el salón, que en los días de calor se volvía irrespirable.
Las computadoras llegaron gracias a la solidaridad de particulares y empresas. Con el dinero reunido, compraron el aire acondicionado. Rafael, por su parte, se concentró en el contenido de las clases: diseñó un programa básico para que los chicos aprendieran a encender, usar y cuidar un equipo; incluyó ejercicios con procesadores de texto, búsquedas en internet, y hasta nociones de cómo utilizar inteligencia artificial como herramienta de aprendizaje. “Ellos no sabían usar las laptos, y me gusta enseñarles”.
Paolo, su hermano, lo asiste en las clases, pero todo el diseño del programa, las presentaciones y la metodología son mérito de Rafael, quien entra al salón, organiza, explica y mantiene la atención de un grupo que a veces se distrae con facilidad. “Muchos no tienen ni celular en la casa”, cuenta.
Rafael comenta que en el centro hay más necesidades. Pero esta vez, el proyecto tuvo la meta de acortar la brecha entre estos chicos y un mundo digital al que, hasta ahora, no podían acceder.
Desafío
El grupo al que enseña son adolescentes de hasta 14 años, la mayoría a punto de terminar la escuela. La apuesta es que al salir de la escuela tengan una habilidad concreta que les permita encontrar un trabajo mejor o seguir estudiando con más herramientas. El hogar espera ahora conseguir un docente permanente que continúe lo que Rafael inició, porque la formación necesita continuidad.
Actualmente, la institución está organizando su rifa anual para recaudar fondos destinados a pagar a dos docentes, a la psicóloga y cubrir los gastos de mantenimiento del establecimiento, y necesitan una heladera o un aire acondicionado como primer premio para la rifa. Los interesados en ayudar pueden hacerlo contactando a la Hna. Teodora al (0972) 134-789
Rafael ya piensa en el próximo verano. Tal vez vuelva a enseñar computación, tal vez se concentre en el inglés. “Voy a estar haciendo eso de nuevo. Quizás algo diferente”, expresa, sin descartar combinar ambas cosas. Mientras, los interesados en conocer más sobre el proyecto de Rafael y apoyar la iniciativa pueden pasar por Instragam @raf_cds
Mañana retorna a Miami con una certeza, la de seguir viajando para pasar en Paraguay sus vacaciones, en un lugar donde hace tres inviernos en este lado del hemisferio, la gratitud se mide en sonrisas y en la convivencia aprender la cultura de sus padres, de sus abuelos.