25 abr. 2024

En ruta de promesas, rumbo a Caacupé van cada año las carretas

Rojo y cielo caminan lentos pero seguros estirando la carreta sobre el asfalto en la cálida mañana de diciembre. Detrás vienen Chusco y Palma, la otra yunta de bueyes que acompaña el viaje rumbo a la Basílica de Caacupé.

Dentro de ambos vehículos, viaja la familia de Damiana Rodríguez, desde las 4.00 de la mañana en que inciariaron el trayecto hacia la Villa Serrana desde la compañía Arrua’i, de Itá.

“Vienen mi hija, mi yerno, mi marido y varios niños”, dice Damiana, mientras el sonido de las ruedas de la carreta retumban en el campo abierto a veces acompañado de los motores de algún auto que pasa al lado.

Damiana cuenta que agradecerán a la Virgen por mejorar la salud de uno de sus nietos. También porque su hijo aprobó todas las materias del sexto curso.

Aunque no hay cansancio en el rostro de los viajeros, se detendrán otro rato para renovar energías con la milanesa y la chipa guasu. También los animales tendrán su momento de descanso antes de llegar hasta la Virgencita Azul.

Tava’i. Mientras Damiana seguía su camino, en la compañía Tava’i de Pirayú apuraban los preparativos para sumarse a la peregrinación. En esta comunidad, estaba prevista la salida de 15 carretas ayer y otras 15 para hoy.

La comitiva está encabezada por Filomeno Villagra, cuyo clan familiar empezó la tradición luego de concluida la Guerra del Chaco.

Según cuenta, su abuela paterna pidió a la Virgen que sus cuatro hijos que fueron a la contienda volvieran vivos. Como la gracia fue concedida, empezó a ir cada año hasta Caacupé en carreta.

“Acá venís el 6 y no le vas a encontrar a nadie”, señala Filomeno al describir el impacto en la comunidad de los peregrinantes en el vehículo de tracción animal.

Son varias las semanas que implica la preparación, desde curar y preparar a los animales hasta el día D. Sin embargo, representa una satisfacción, revela Anselmo Ortíz, quien desde Sapucái hizo una pausa en el Campamento Cerro León, antes de continuar el trayecto de la tradición.

El viaje suele ser tranquilo. El problema son algunos automovilistas que se apuran no respetan. Damiana Rodríguez, peregrinante desde Itá.

La carreta nueva con la yunta de bueyes puede costar de G. 14 millones. Si tenés todo ya, no gastás tanto. Anselmo Ortiz peregrinante de Sapuca.i