25 oct. 2025

Empapados de fe llegan junto a la Virgen a pie, en bicis o zancos

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Con la fe en la Virgen. Cientos de peregrinos desafiaron ayer al sol y la lluvia y en caravana, conforme avanzaban las horas, iban acortando distancia al encuentro con la Santa Madre de los paraguayos. Sudados, mojados, pero con la fe intacta en su poder milagroso.

DANIEL DUARTE

Por el costado del camino, vinieron marchando los peregrinos, los constantes pagadores de una promesa y con la fe puesta a prueba en todo el tramo rumbo a Caacupé.

No importó cómo llegar. En un ómnibus cargado al tope o a pie bajo el sol o la lluvia, desde Ypacaraí o cualquier otra ciudad. No quedaron de lado las opciones en bicicleta, pedaleando en familia o con amigos por varios kilómetros y ciudades desde días antes.

Muchos pagaron la promesa a la Madre de todos los paraguayos, incluso llegando hasta ella en zancos desde temprano. O en auto, armándose de paciencia en el tráfico.

El carril exclusivo habilitado desde Ypacaraí hasta la capital de Cordillera fue la vena donde fluía la esencia religiosa de la República.

Agentes de la Policía Nacional y la Caminera iban ordenando el tránsito, mientras que los peregrinos que presentaban alguna complicación por la caminata y el sofocante clima húmedo encontraban atención en alguno de los 49 puestos sanitarios que había dispuesto el Ministerio de Salud Pública.

¿QUÉ ES CAACUPÉ?

La festividad católica más grande del país no solo representa la devoción hacia la Virgen de todo un país que va hasta ella. Es también la materialización de un mosaico popular que es representado cada año en la marea de feligreses que acuden hasta la Madre.

Allá van las peregrinas con sus gorros y sus anteojos sosteniendo una sillita, donde esperarán sentadas la hora de la siguiente misa y la llegada de la medianoche, los fuegos artificiales y la serenata que anuncia el ocho de diciembre.

Es esa niña o niño que de la mano de sus padres camina vestido con los colores de la santísima Madre que tiene su epicentro en Cordillera. Son también esos jóvenes que bulliciosos van en grupo pagando la promesa de haber culminado de manera exitosa el año de estudios o haber conseguido trabajo luego de tanto buscarlo.

Caacupé es también esa persona que a falta de un gorro utilizó una toallita húmeda mientras descontaba kilómetros caminando tomando tereré. Son todas esas personas que encuentran el sosiego de su alma al ingresar a la Basílica menor, donde el aire fresco y la presencia de la Virgen les señala que han cumplido con su misión.

Durante toda la mañana y parte de la tarde, la humedad insoportable sofocaba. También desde temprano las nubes grises iban anunciando una tormenta que parecía que nunca iba a llegar.

A las 15:20 el cielo dijo basta y el agua cayó. Todos buscaron dónde protegerse de la lluvia. Los peregrinos fueron a los corredores, los vendedores empezaron a guardar en bolsas sus mercaderías y en la romería cercana, los juegos de azar pararon y la cachaca retro de los parlantes se silenció al instante.

En medio de la lluvia que ya iba cayendo con consistencia, un grupo de ciclistas anunciaba su llegada con sonidos de bocinas y desde la explanada de la Basílica una multitud que se protegía bajo los toldos los observaba y aplaudía sonriendo.

La celebración litúrgica del atardecer podía escucharse desde los parlantes. El cielo seguía descargando su manto de agua y un viento sur agitaba las banderas mojadas. Pero a los peregrinos más que un impedimento, el clima les daba más fuerzas para llegar otro año junto a la Virgencita.

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Con altura. Feligreses subieron sobre zancos, pasando la empinada loma que conduce a la Villa Serrana y acaparando las vistas con su curioso andar y peculiar atuendo. Todo por la Virgencita.

DANIEL DUARTE

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Misión cumplida. Ciclistas marcan su llegada hasta la Basílica menor donde se realiza esta mañana la misa central en honor a la Santa Patrona de todos los paraguayos.

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