La música tiene el poder de transportar al pasado, hacer gozar del presente, imaginar el futuro. Claro, aquella bien hecha e interpretada.
Berta Rojas y Paquito D’Rivera se encargaron de demostrar –una vez más– que esa magia inexplicable sigue vigente, y lo hicieron de la mejor manera, exponiendo notable talento, virtuosidad admirable y esa alta técnica, fruto del trabajo arduo, el estudio constante y el necesario sentido profesional.
Delicado y preciso. Por momentos emotivo y con toques de gracia. Así fue el concierto ofrecido el pasado martes, en el Banco Central, en donde la reconocida guitarrista paraguaya y el clarinetista y saxofonista cubano entretejieron sonidos y recorrieron laberintos de escalas y contrapuntos de manera impecable, interpretando principalmente composiciones de Agustín Barrios, Demetrio Ortiz y Mauricio Cardozo Ocampo.
Con los arreglos de Mauricio Pinchi Cardozo Ocampo y Edín Solís, creaciones como Choro da Saudade, Ca’azapa, Maxixe, de Mangoré, invitaron a un viaje imaginario y sublime, con toques de estilo piazoliano, a decir del propio Paquito, quien admiró a Pinchi por su labor creativa.
En Las Abejas la guitarra y el clarinete, como atados por una cinta invisible, revolotearon sin pausa, de extremo a extremo, de manera graciosa y elegante, incluyendo hasta rasgos de jazz.
Lo mismo ocurrirá, con matices distintos pero el mismo espíritu, en composiciones como Recuerdos de Ypacaraí, Mis noches sin ti, Pájaro Chogüi (con el acompañamiento del arpista Juanjo Corbalán) y la maravillosa Danza Paraguaya; donde se conjugaron acordes disonantes, el dulce trémulo y el ronco timbre del saxo. El sentido de humor y manejo de escenario del extraordinario cubano, ganador de 14 premios Grammy, se expusieron a pleno con Tribute to Dizzy, donde el público debía responder a viva voz a coloridas melodías.
Un dúo que sienta bien. El público aplaudió de pie y la sala se llenó de un techaga’u que muchos no olvidarán.