23 abr. 2024

El sillón fiscal

Wendy Marton – @WendyMarton

El Ministerio de Hacienda tuvo como administradores a ingenieros civiles y eléctricos, economistas y empresarios.

El presidente electo, Mario Abdo Benítez, anunció que un abogado será el encargado de administrar una de las carteras más importantes del país a partir de agosto de este año.

Contrariamente a lo que muchos creen, Hacienda es la entidad que mayor compromiso social debe tener con el país.

Independientemente de la importancia de mantener equilibrio en las cuentas fiscales, el ministro de Hacienda debería ser un líder con verdadero sentido de servicio público y social.

Si el responsable del Tesoro paraguayo es un ser frío, concentrado netamente en fijarse que a fin de mes o de año no haya saldo rojo en su cuenta, se olvidará de que un solo kit de salud puede salvar una vida o un kit escolar mejorará el futuro de un niño.

Uno de los reclamos principales al señor López es que el Instituto de Previsión Social (un ente parecido a Hacienda por la complejidad de administrar pensiones y salud en una sola institución) no tuvo en cuenta mejorar el trato a los asegurados que acuden a los hospitales del ente previsional. Porque si bien hubo mejoras en la infraestructura edilicia, la gente sigue siendo atendida como si recibiese un favor, cuando su aporte –obligatorio– es el que hace que esa estructura se sostenga.

Si el ministro de Hacienda no tiene en cuenta la calidad humana, quienes acuden a pagar sus impuestos por más poca que sea su contribución al Estado, seguirán sintiendo el desprecio de la burocracia que los obliga a tratar con un sistema que cae a cada tanto o no está adecuado al servicio de internet que hay en el país.

El administrador fiscal es más que un administrador de una caja grande, donde ingresa y egresa dinero por hora. Es el responsable de liderar el Equipo Económico Nacional, un colegiado que define las políticas públicas del país y recomienda acciones al titular del Poder Ejecutivo relacionadas con suba de tarifas, pasaje, reformas impositivas, financieras, de jubilaciones y pensiones, educativas, sanitarias, agrícolas, viales, penitenciarias, laborales, medioambientales, habitacionales, de seguridad interna y militar, industriales, de niñez y adolescencia, entre otros.

Allí se decide a qué institución se dará menos y a cuál más presupuesto en un país donde las carencias son infinitas.

No sé cómo le irá a un abogado allí. Un ingeniero eléctrico (Alcides Jiménez) junto a un doctor en Economía (Dionisio Borda) fueron los responsables de salvar al país de la quiebra técnica (default) en la que estaba entrando.

Varios de sus administradores prosiguieron la labor de mantener las cuentas equilibradas. Un ingeniero, un doctor en Economía Agraria y un economista propiciaron hasta ahora las mayores reformas impositivas del país.

El abogado que ocupará el sillón fiscal no tiene buenos antecedentes por pensar en el ser humano más allá de las finanzas y la infraestructura.

Ojalá haya aprendido la lección y entienda que su misión es casi tan importante como ser presidente de un país.

Es quien puede ayudar o no a ser un buen mandatario al responsable del Ejecutivo otorgando o negando recursos en los lugares donde se administran urgencias.

Si el ministro de Hacienda no tiene rostro social, difícilmente el país disminuya en poco tiempo la extrema pobreza.

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