20 abr. 2024

“El rescate de la memoria es una tarea diaria”

Marcelo Mancuello nació siendo un preso político. Su madre, Gladys Esther Ríos, dio a luz en una comisaría; su padre, Carlos Mancuello, es uno de los 336 desaparecidos.

Memoria. En la plaza de los Desaparecidos, en Asunción, un monolito recuerda a los desaparecidos de la dictadura, uno de ellos el papá de Marcelo.

Memoria. En la plaza de los Desaparecidos, en Asunción, un monolito recuerda a los desaparecidos de la dictadura, uno de ellos el papá de Marcelo.

Lo poco que sabe Marcelo Mancuello (43) sobre su padre lo tuvo que ir reconstruyendo. Sabe, por ejemplo, que estudió Ingeniería en La Plata, Argentina, donde conoció a su esposa, Gladys Esther Ríos, y volvió al Paraguay a seguir su actividad política. No puede recabar más información ya que quienes conocían a su papá están muertos o desaparecidos.

“Mi papá era militante de un grupo que se formó entre estudiantes paraguayos en La Plata, con grupos de izquierda en la Argentina. Según las investigaciones que estuvimos haciendo, se denominaba (hay dudas sobre la denominación porque era una organización clandestina) Ejército Paraguayo Revolucionario o algo así, EPR eran las siglas”, explica el sociólogo.

Su padre y sus compañeros fueron secuestrados el 24 de noviembre de 1974, y al día siguiente detuvieron a su madre, que no era parte de la organización. Carlos José Mancuello desapareció el 21 de setiembre de 1976.

Sabe que su papá se enteró de su nacimiento, mientras se encontraba preso en Investigaciones. La mamá de Marcelo también estaba detenida y dio a luz en la comisaría de Fernando de la Mora. De allí, ella y el bebé fueron trasladados al penal de Emboscada donde él vivió su primera infancia. A finales de 1977 los liberaron y los enviaron al exilio en la Argentina.

Desaparecidos. Marcelo apunta que siempre lo mantuvieron en el Departamento de Investigaciones (Presidente Franco y Chile). “Tuvo contacto con la mayoría de los presos políticos que iban ahí y después eran trasladados, pero él permaneció todo el tiempo ahí, también con los hermanos Ramírez Villalba y Amílcar Oviedo, que eran del mismo movimiento y también sufrieron la desaparición forzosa”.

En el Informe de la Comisión Verdad y Justicia consta la declaración del dirigente liberal Francisco José De Vargas, también detenido en el Departamento de Investigaciones en 1976, quien habla de la “noche blanca”. Dice que la noche del 21 de setiembre, Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba, Carlos Mancuello y Amílcar Oviedo fueron ejecutados. “Esa fue la noche en que Stroessner entra en Investigaciones, se llama la ‘noche blanca’ porque era el debut en el [Club] Centenario, entonces Stroessner le citó a toditos allí y todos ya se fueron de esmoquin blanco, entre los que quiero citar –que sé bien que estuvieron, porque los he visto, y pueden ver en el Archivo del Terror–: Alcibiades Brítez Borges, el general “fulano”, y así varios (…) Lógicamente, Sabino Augusto Montanaro, el coronel Guanes Serrano, Conrado Pappalardo Saldívar, Mario Abdo Benítez y dos personas más”.

Por un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Estado paraguayo se vio obligado a realizar un acto público de Reconocimiento Internacional y de Desagravio, por la desaparición forzosa de Agustín Goiburú Giménez, Carlos José Mancuello Bareiro y de los hermanos Rodolfo y Benjamín Ramírez Villalba.

Pese a haber esperado dos décadas por el desagravio público, Marcelo Mancuello considera que fue muy significativo. “Porque la lucha por la memoria es precisamente rescatar y darlas a conocer y que la sociedad paraguaya pueda entenderlas como negativas, si no podemos caer nuevamente en manos de una dictadura, o de mecanismos que sometan a la población a pagar consecuencias por sus ideas políticas, que es lo que está mal”.

Justicia. Marcelo sostiene también que el nuestro es el único Estado que no hizo lo suficiente para reparar. “Hay una cuestión imperdonable para el Estado democrático, que tiene todos los medios, todos los mecanismos como para encabezar las investigaciones y esclarecer los hechos, encontrar los cuerpos; no de una forma dadivosa, de otorgar algunos fondos como para que nosotros mismos nos ocupemos de la búsqueda; sino para encarar robustas investigaciones penales para esclarecer y encontrar la responsabilidad de los culpables”, señaló.

Mancuello reconoce que sigue siendo doloroso a un nivel emocional relatar esta historia, “pero es una tarea que no podemos abandonar hasta que dejemos la tierra, es una tarea diaria que tenemos como militantes de los derechos humanos, de la democracia y de las ideas que nuestros padres propugnaban, de transformar el país en una sociedad más justa, más solidaria y más democrática”.

Sobre los 30 años de democracia, opina que, pese a los defectos “siempre celebramos la caída de Stroessner y el inicio de la democracia en Paraguay. Finalmente, muchas de las cosas que estamos haciendo no hubiesen ocurrido”.

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