Estamos llegando al primer trimestre del nuevo gobierno. La promesa es que vamos a estar mejor. El legislativo que ya está en su primer cuatrimestre viene desilusionando a la población. Chaqueñito y Lizarella nos recuerdan quienes son nuestros representantes. Estos son los que, en nuestro nombre, deben transformar la realidad y romper con el status quo. Mal de otros, consuelo de tontos. En el mundo la democracia representativa también está en crisis. Vean las opciones que tienen los argentinos para escoger dentro de pocos días y los estadounidenses para el 2024.
El rito y el ejercicio del poder. En el Paraguay la calidad de la democracia que está a un año de completar los mismos años que duró la dictadura está en pleno retroceso destructivo. Los políticos paraguayos celebran el rito del poder en las elecciones con el pueblo, al cual dicen representar. Luego, en el poder, celebran el ejercicio del poder con las élites, para cuyos intereses toman las decisiones. La representatividad no sirve para nada. Hay una debacle de la democracia representativa agravada por los mercados del crimen en cuyo ránking el Paraguay figura en cuarto lugar entre más de ciento noventa países en el mundo todo. Cada vez menos, es posible creer que la democracia representativa, vulnerable a grupos de interés y de presión pueda traer soluciones estructurales para cualquiera de los problemas de la sociedad paraguaya. Esta debe organizarse para conquistar espacios de democracia más directa. Las organizaciones de la sociedad deben reactivar el capital social que está desaparecido. El pueblo que ya no cree en nada ni en nadie, vota en las promesas mentirosas, o a veces hambreado y ya sin esperanzas, vende su voto al que mejor paga en el día de las votaciones y vuelve a su casa a esperar lo que iba a venir, pero que no va a venir, el estar mejor de la promesa.
Entretanto, una minoría económica y la narcopolítica superorganizadas, que dejaron que los candidatos mientan para elegirse, activan de nuevo su poder verdadero para mantener sus privilegios.
El gran propósito de la vida individual y colectiva debería ser vivir una historia que trascienda a nuestra propia existencia. Ese debería ser el aspiracional metafísico de la política y de los políticos, la búsqueda de algo que sea superior a uno mismo que contenga una gran visión. A los paraguayos nos falta una gran visión porque solo las visiones tienen una inspiración moral que transmitir y un incentivo ético fundamental que compartir. No debemos seguir insistiendo con ideales vacíos. No existen visiones en el Paraguay y sin visión las personas se corrompen. Los partidos políticos y las promesas electorales tienen ideales, pero pocas veces tienen visiones. Por eso nunca convierten ideales en realidad. Llegando a los primeros cien días del nuevo gobierno hoy quiero hablar con integridad y relevancia. Repito, integridad y relevancia que conforman la gran visión. Cada épica como gran visión debe ayudarnos a convertir opiniones en convicciones.
Los paraguayos tenemos opiniones miedosas y no tenemos convicciones sobre nada. Otros van a venir a solucionarnos nuestros problemas: El embajador estadounidense, la Unión Europea, el Brasil, el presidente de la seccional ANR, el del comité liberal o la virgen de Caacupé. La gente que esperaba la nueva épica del vamos a estar mejor está desorientada. Tenemos un presidente de decisiones provisorias. Pero, ojo, no deben conformarse con lo que yo les cuente. Vean cómo hubo retrocesos en muchas de las definiciones. Además, deben consultar a otras, segundas y terceras fuentes. Verifiquen todo lo que se les diga. No cambien sus preferencias por convicciones por lo que se les pueda llegar a decir. Sólo ustedes pueden cambiar preferencias y opiniones en convicciones. La única persona que puede convencerle a usted de algo es usted mismo.
El momento cero. Cuando las fuerzas hegemónicas pierden poder y los grupos sometidos suman protagonismo es porque va llegando el momento cero. Es lo que me explica mi amigo Hugo Duarte, politólogo, agudo observador de las rupturas históricas del Paraguay. Todos esperábamos que el nuevo gobierno traiga consigo una nueva realidad. El momento cero, que representa a cambios importantes que aparecen a cada veinte a treinta y cuatro años, aproximadamente, en nuestro país. En 1870 finaliza la guerra contra la triple alianza. En 1904 pierde el poder el partido colorado, que venia manejando el país en medio del caos, e inicia el período liberal. En 1936 irrumpe una especie de revolución socialista con una alianza cívico-militar denominada febrerismo. Se mantiene la cultura militar y en 1954 llega un nuevo gobierno militar, dictatorial y autoritario. En 1989 acontece el golpe palaciego de corte neoliberal. Y así por delante. El 2023 debía ser el inicio de un momento rupturista, pero el primer trimestre está decepcionando. Si nuestra búsqueda no sobrepasa el alcance de nuestras manos para qué votamos por estar mejor.
La última realidad. Dicho esto, ¿cómo será el futuro en el Paraguay? No lo sabemos. Depende de la acción colectiva de individuos libres que puedan imaginar nuevas hipótesis sobre el futuro, nuevas estrategias, nuevos actos de fe. Luego, los paraguayos deben recurrir a la filosofía, el pensamiento en armas, y responder a tres preguntas esenciales: ¿estoy conforme con la calidad de vida que tengo? ¿cómo me veo dentro de 10 años? ¿cuál es la última realidad y qué es lo que ella requiere de nosotros? Saludos cordiales.