El papa Francisco prometió ayer medidas concretas contra el abuso sexual a niños por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica, en el inicio de una cumbre que busca contrarrestar el escepticismo de las víctimas que dijeron que el encuentro parecía un acto de relaciones públicas.
Francisco convocó a los líderes de la Iglesia Católica de todo el mundo en una cumbre de cuatro días para abordar un tema que mermó la credibilidad de la institución en EEUU –donde pagó miles de millones de dólares en indemnizaciones y compensaciones–, Irlanda, Chile, Australia y otros lugares durante las tres últimas décadas.
“Ante la lacra de los abusos sexuales cometidos por hombres de la Iglesia contra menores, quería consultar con ustedes”, dijo Francisco a obispos y líderes de órdenes religiosas reunidos, pidiéndoles que escucharan el llanto de los pequeños que claman justicia.
El Papa declaró que el clero y las víctimas no esperan condenas simples y previsibles, sino medidas concretas y eficientes. El mal de los abusos sexuales cometidos a menores por miembros de la Iglesia se debe transformar en comprensión y purificación, añadió. La reacción de las víctimas no fue uniforme. Mientras algunos expresaron un cauteloso optimismo, otros dijeron que la respuesta era débil y se daba demasiado tarde.
El Papa y las casi 200 personas que asistieron al auditorio del Vaticano vieron un video de cinco víctimas, que prefirieron mantenerse en el anonimato, contando sus dolorosas historias de abuso y cómo estas fueron encubiertas.
El cardenal Luis Tagle, de Filipinas, rompió a llorar cuando leyó un discurso de apertura que reconocía: “Nosotros, los obispos, hemos infringido heridas a las víctimas”.
El Pontífice desea cambiar la mentalidad de los obispos con un método muy jesuita, a través de tres días de debates, discursos, reuniones intercaladas con oraciones, pero sobre todo escuchando los conmovedores testimonios de víctimas de abusos sexuales.
“Nuestra comunidad debe saber que lo estamos haciendo seriamente. Vamos a ser los paladinos de su seguridad, la de sus hijos y sus jóvenes. Vamos a dar hasta la vida por el rebaño que nos han confiado”, instó a los asistentes el arzobispo maltés Charles Scicluna, uno de los mayores expertos sobre el tema.
Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia Católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezca la llamada “cultura del encubrimiento”, es decir del silencio. “Tenemos que reconocer que el enemigo está dentro” de la Iglesia, afirmó por su parte el cardenal colombiano Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam).