Ante las cerca de 500 personas congregadas en este patio donde debido a las medidas de seguridad por la pandemia se están celebrando las audiencias, el papa Francisco reflexionó sobre la necesidad de volver a la “contemplación” para poder proteger la naturaleza.
Francisco volvió a detenerse con los fieles presentes, todos ellos con mascarillas, a intercambiar algunas palabras o recibir regalos sin guardar demasiado la distancia de seguridad.
Comenzó su catequesis el Pontífice explicando que en este tiempo de pandemia “debemos apoyar a quienes cuidan a los más débiles, a los enfermos y a los ancianos”.
“Estas personas -bien definidas por el término español ‘cuidadores'- desempeñan un papel esencial en la sociedad actual, aunque a menudo no reciban ni el reconocimiento ni la remuneración que merecen”, señaló. Y también explicó que el cuidado debe abarcar “nuestra casa común: a la tierra y a cada una de sus criaturas”.
Francisco aseguró que el mejor antídoto contra este abuso de nuestra casa común es la contemplación. “Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso”, explicó.
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Agregó que “sin contemplación es fácil caer en un antropocentrismo desviado y soberbio que sobredimensiona nuestro papel de seres humanos y nos posiciona como dominadores absolutos de todas las criaturas”.
Según el Papa, “una interpretación distorsionada de los textos bíblicos sobre la creación ha contribuido a esta visión equivocada, que lleva a explotar la tierra hasta el punto de asfixiarla” al creer que “estamos en el centro, pretendiendo que ocupamos el lugar de Dios”.
“Nuestros hermanos y hermanas más pobres y nuestra madre tierra gimen por el daño y la injusticia que hemos causado y reclaman otro rumbo”, dijo.
Destacó cómo el contemplar nos lleva a convertirnos en “custodios del medioambiente, tratando de conjugar los conocimientos ancestrales de las culturas milenarias con los nuevos conocimientos técnicos, para que nuestro estilo de vida sea sostenible”.
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Y entonces recordó de manera especial a “los pueblos indígenas”, de los que dijo “que todos tenemos una deuda de gratitud”, así como de “penitencia, para reparar el daño que les hemos hecho”.
También se refirió a “aquellos movimientos, asociaciones y grupos populares, que se esfuerzan por proteger su territorio con sus valores naturales y culturales”. Pero, lamentó que “sin embargo, no siempre son apreciados e incluso a veces se les obstaculiza cuando, en realidad, contribuyen a una revolución pacífica, la revolución del cuidado”.
Para el Papa no se puede delegar solo en algunos la tarea del cuidado de la creación. Cada uno de nosotros puede y debe convertirse en un custodio de la casa común, capaz de alabar a Dios por sus criaturas, de contemplarlas y protegerlas”, señaló.