“Estad atentos porque no se puede ser un ‘cristiano adormecido’, ya sabemos que hay muchos cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual, sin impulso espiritual, sin ardor en la oración, que rezan como papagayos, sin entusiasmo por la misión y sin pasión por el Evangelio”, sostuvo desde la ventana a los fieles en la Plaza de San Pedro. Repasando el Evangelio, el pontífice instó a los fieles a no permitir que su vida espiritual se ablande en la mediocridad. Porque, sostuvo, esta actitud lleva a “dormitar, a seguir adelante por inercia, a caer en la apatía, indiferentes ante todo excepto con lo que nos conviene. Y esa es una vida triste, no hay felicidad ahí”, avisó.
El santo padre también denunció públicamente la situación de los migrantes repatriados al norte de África, donde dijo que son torturados y reducidos a la esclavitud, y pidió soluciones para respetar su humanidad. “¡Cuántos inmigrantes se ven expuestos también en estos días a peligros grandísimos, y cuántos pierden la vida en nuestras fronteras! Siento dolor por las noticias de la situación en la que se encuentran muchos de ellos”, reconoció tras el Ángelus. El pontífice lamentó que estos migrantes se juegan la vida cruzando el mar buscando una tierra de bienestar, pero encontrando una tumba. EFE