29 sept. 2025

El futuro de los bancos en la era de Bitcoin

Por Bruno Vaccotti
Columnista invitado

Nueva moneda.  El Bitcoin es ideal para compras online.

Tenemos la oportunidad de usar nuestra energía abundante para minar y acumular Bitcoin.

Los bancos nacieron para custodiar lo que no podíamos guardar bajo el colchón. En un principio fueron cofres, luego bóvedas, más tarde instituciones envueltas en mármol y solemnidad. Con el tiempo, se convirtieron en intermediarios obligados, gestores de pagos, prestamistas y árbitros de confianza. La verdad incómoda es que la confianza ya no se puede sostener: la confianza se resquebraja con cada crisis bancaria, con cada rescate bancario a fuerza del detrimento del bienestar del contribuyente, con la lista, cada vez más extensa, de servicios que el cliente realmente nunca solicitó.

Bitcoin aparece para quebrar este pacto tácito. Porque donde los bancos venden confianza, Bitcoin ofrece certeza matemática. Donde los bancos manejan balances a su criterio, Bitcoin abre un libro contable público y verificable, la primera infraestructura pública de pagos del mundo. Donde los bancos deciden quién accede y quién queda fuera, Bitcoin se entrega al mundo entero sin pedir permiso.

¿Qué queda entonces para los bancos? No desaparecerán de la noche a la mañana. Su rol debe transformarse radicalmente. Algunos se resistirán, otros se adaptarán. Los que sobrevivan serán aquellos que entiendan que ya no son dueños del dinero de sus clientes, sino apenas proveedores de servicios sobre un activo que no pueden manipular. Custodia segura, infraestructura de pagos, productos financieros sobre Bitcoin: ése es el terreno donde podrían jugar y que incluso les resultará muy rentable.

La ironía es que, en un futuro no tan lejano, el negocio bancario ya no será prestar el dinero que realmente no poseen, sino custodiar un dinero que no pueden crear. La confianza se desplaza: del banco hacia el protocolo. Y esa transición no será suave. Los bancos que no comprendan la naturaleza de Bitcoin serán fósiles prematuros, piezas de museo junto a las máquinas de escribir y los teléfonos de disco.

Para países como Paraguay, esta transformación es aún más estratégica. Tenemos la oportunidad de usar nuestra energía abundante para minar y acumular Bitcoin, pero también de preparar nuestro sistema financiero para un mundo en el que las reservas, los pagos internacionales y hasta el crédito funcionarán sobre estándares que los bancos no dictan. El que se adelante no solo será banco: será un nodo más dentro de una red pública e inalienable.

Los bancos no morirán, eso hay que darlo por seguro, pero sí dejarán de ser el centro del universo financiero. En el ecosistema de Bitcoin, ya no giran los planetas alrededor de las bóvedas. Ahora giran alrededor de bloques encadenados que se auditan de manera global cada diez minutos.

El llamado es sencillo: Bancos, abran los ojos y los libros contables a la nueva economía digital. Abracen el protocolo, entiendan su lógica, creen servicios sobre él. Es momento de subirse al tren ahora, o quedarán en la historia como los que vieron pasar el futuro desde la estación y pecaron por inacción.

El primer banco de nuestro país que abra las puertas a Bitcoin será el que de el primer golpe a una economía de tres trillones de dólares, una de las más potentes del mundo,

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