Hoy meditamos el Evangelio del día, según San Juan 14,23-29. El papa Francisco, a propósito del Evangelio de hoy, dijo: “Recuerdo una vez, cuando era párroco en la parroquia del patriarca San José, en San Miguel, durante la misa para los niños, el día de Pentecostés, hice una pregunta: ‘¿Alguien sabe quién es el Espíritu Santo?’. Y todos los niños levantaron la mano. Uno de ellos –prosiguió sonriendo– dijo: ‘¡El paralítico!’. Me lo dijo así. Él había oído ‘paráclito’, y había entendido el ‘paralítico’”.
Es así como el Espíritu Santo es siempre, en cierto modo, el desconocido de nuestra fe.
Jesús dice de Él, les dice a los apóstoles: “Les enviaré el Espíritu Santo: Él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho”.
Pensemos en esto último: El Espíritu Santo es Dios, pero es Dios activo en nosotros, quien hace recordar, quién despierta la memoria. El Espíritu Santo nos ayuda a hacer memoria.
Y es tan importante hacer memoria, porque un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: Es un hombre o una mujer prisionero del momento, que no tiene historia. Tiene historia, pero no sabe cómo tomar en consideración su historia.
El Espíritu Santo nos lo enseña. La memoria que viene del corazón es una gracia del Espíritu Santo. Y lo es también la memoria de nuestras miserias, de nuestros pecados, la memoria de nuestra esclavitud: El pecado nos hace esclavos.
Recordar nuestra historia, y cómo el Señor nos ha salvado, es bello. Esto impulsaba a Pablo a decir: “Mi gloria son mis pecados. Pero no me glorío en ellos: Es la única gloria que tengo. Pero Él, en su Cruz, me ha salvado”.
“[...] Yo quisiera hoy pedir la gracia de esta memoria, para todos nosotros, pedir al Espíritu Santo que nos haga a todos memoriosos, es decir, hombres y mujeres memoriosos...”.
El papa Francisco invitó, durante una homilía en la Casa Santa Marta, a buscar la paz de Jesús y vivirla “en la vida cotidiana, en las tribulaciones y con un poco de ese sentido del humor que nos hace respirar bien”.
El Santo Padre señaló que esa paz de Jesús es necesaria para poder superar las tribulaciones y las dificultades con las que las personas se pueden encontrar a lo largo de la vida.
En su homilía el Papa planteó la cuestión de cómo es posible conciliar las tribulaciones que sufre San Pablo en el episodio de los Hechos de los Apóstoles de este martes con las palabras de Jesús a los Apóstoles en la Última Cena: “Os dejo la paz, os doy mi paz”.
“La vida de persecuciones y tribulaciones parece ser una vida sin paz”, reconoció Francisco. Sin embargo, recordó las bienaventuranzas pronunciadas por el mismo Jesús: “Bienaventurados cuando os insulten, os persigan y os calumnien por mi causa”.
El Pontífice subrayó que, precisamente, “la paz de Jesús va con esta vida de persecuciones, de tribulaciones”. Es “una paz que está muy al fondo, muy profunda, bajo todas estas cosas. Una paz que nadie puede quitar, una paz que es un regalo, como el mar que en la profundidad está tranquilo y en la superficie está llena de olas”.
… El Santo Padre señaló que “la paz de Jesús nos enseña a caminar adelante en la vida. Nos enseña a soportar. Soportar: Una palabra que nosotros no comprendemos bien qué quiere decir, una palabra muy cristiana que significa llevar a la espalda”.
“Soportar: Llevar a la espalda la vida, las dificultades, el trabajo, todo, sin perder la paz. También llevar sobre la espalda es tener la valentía de ir hacia adelante. Esto únicamente se entiende cuando se tiene dentro al Espíritu Santo que nos da la paz de Jesús”.
… “La persona que vive esta paz nunca pierde el sentido del humor, se ríe de sí misma, de los demás, incluso de su propia sombra. Se ríe de todo…”, destacó. Posee “ese sentido del humorismo que es tan cercano a la gracia de Dios”.
(Frases extractadas de https://www.pildorasdefe.net/liturgia/evangelio-juan-14-23-29-papa-francisco-el-espiritu-santo-es-dios-nos-ensena-todo y https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-explica-como-alcanzar-la-paz-donada-por-jesus-85324).