“Así como había un paradigma del padre tradicional, que es la figura del poder, de la ley, que castiga, hoy en día tenemos otra falsa e innecesaria imagen de lo que debe ser el padre: algo así como el tecno-padre”. Este nuevo modelo exige que el padre esté “informado al segundo de todos los cambios que hay en el mundo”, lo cual –según el psicólogo– solo crea una carrera imposible por alcanzar a los hijos en la vida moderna.
Frente a estas dos visiones extremas –el padre autoritario o el tecno-padre–, el psicólogo Sostoa plantea una tercera vía: “La figura del padre del diálogo”.
Para lograr alcanzar esta figura, plantea que para que el diálogo sea real entre padres e hijos debe estar fundado en algo muy básico: el amor. Pero en su arista más profunda, que es respetar al hijo como un ser que tiene una entidad de ser humano, no solo obligaciones y derechos.
“El padre, antes de hablar, tiene que saber escuchar”, dijo. En ese marco, el padre debe conocer, aunque sea de manera básica, la psicología evolutiva y cómo se desarrolla la mente de los niños.
“Un niño cambia cada año, sobre todo en los primeros seis o siete años. Tiene derecho a la fantasía, al juego, al berrinche”, explica. Al castigar estas expresiones emocionales, como el berrinche, impide al niño desplegar su personalidad y confianza.
A partir de los siete años, explicó el psicólogo Sostoa, el niño inicia una nueva etapa en la que puede pensar con lógica, con reflexión, con argumento. “Entonces ahí el padre tiene que estar para escuchar, responder y orientar”. Es decir, con argumentos, no con imposiciones como “en esta casa se piensa así porque yo soy el papá”.
Para el psicólogo, el gran desafío actual es desaprender los esquemas de autoridad y comprender que la autoridad verdadera se construye desde el respeto, la escucha y el diálogo. “Esa capacidad de diálogo significa la capacidad de discutir. Allí es donde en Paraguay todavía hay una diferencia, lastimosamente por la tradicional cultura autoritaria, que discutir es pelearse”. Dijo que el paraguayo no sabe dialogar, solo pelearse, y es el gran desafío que se debe modificar para ser padres dialogantes.
Añadió que “los hijos tienen que aprender a discutir, a dialogar, a confrontar respetuosamente y con cariño, con amor, con los padres. Y ahí está la figura paterna que tiene que marcar esa pauta”.
El psicólogo Sostoa destacó que el diálogo –como lo enseñó Paulo Freire con su concepto de “acción dialógica”– es la base del pensamiento humano.
“La mente humana se construye a través de la acción dialógica. Sin ese proceso, es imposible formar una mente autónoma, una mente sana”.