A orillas del Jordán, Juan Bautista predicaba a personas de toda condición un bautismo de penitencia para preparar la llegada del Mesías. Y cuenta el Evangelio según san Juan que, cuando el Bautista vio llegar por fin a Jesús ante él para bautizarse, lo anunció en voz alta otorgándole un título misterioso y solemne … “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
La imagen del cordero, con su aspecto manso y revestido de lana blanca, resultaría muy familiar para cualquier judío contemporáneo de Jesús. Muchos se habrían criado en zonas de campo donde abundaban las piezas de ganado como esta. También guardarían en su memoria el pasaje del profeta Isaías que presentaba al siervo del Señor como un cordero que se deja sacrificar sin quejarse para librarnos de todos los males (Is 53,7).
Como explica Benedicto XVI, “la expresión ‘cordero de Dios’ interpreta, si podemos decirlo así, la teología de la cruz que hay en el bautismo de Jesús, de su descenso a las profundidades de la muerte”[1]. El cordero pascual que conmemoraba la liberación de Egipto, empezaba en el Jordán a revelarse como la prefiguración del verdadero cordero, inocente y manso, que sería inmolado a mediodía en la cruz por todos los hombres, para liberarlos del pecado con su sangre derramada. Esta misión era asumida por Jesús con su bautismo en el Jordán.
Sobre esta expresión del Bautista para referirse a Jesús, “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, el papa Francisco comentaba en una ocasión que “el verbo que se traduce con ‘quita’ significa literalmente ‘aliviar’, ‘tomar sobre sí’. Jesús vino al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargando sobre sí las culpas de la humanidad. ¿De qué modo? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado si no es con el amor que impulsa al don de la propia vida por los demás”.
Y “¿qué significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulos de Jesús Cordero de Dios? —se preguntaba también el papa Francisco—. “Significa poner en el lugar de la malicia, la inocencia, en el lugar de la fuerza, el amor, en el lugar de la soberbia, la humildad, en el lugar del prestigio el servicio”.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-co/article/comentario-al-evangelio-el-cordero-de-dios/).