20 abr. 2024

El billete premiado

Luis Bareiro – @luisbareiro

Mi tía abuela solía contar la historia de Gregorio “el desafortunado”, un jornalero de los aserraderos de Caazapá que tuvo la desgracia de ganar cierta lotería regional en la Argentina.

Los bemoles de Gregorio comenzaron cuando supo que podría retirar el dinero recién cinco meses después de haber certificado su billete. Los amigos le dijeron que era un tiempo valioso para planificar la inversión de su inesperado capital. En la práctica, fue una desgracia para su familia.

Los parientes de Gregorio dejaron de trabajar y consumieron sus días en interminables debates sobre qué hacer con la plata. No faltó quien asumiera deudas a cuenta del futuro premio, ni quien elaborara planes torcidos para hacerse ilícitamente con parte de la prima.

Cuando llegó el momento de cobrar, se dieron cuenta de que nadie se había preparado para ir a retirar los fondos. Cuando por fin juntaron los papeles y el dinero para hacer el viaje, cayeron en la cuenta de que habían perdido el billete.

Gregorio y su familia volvieron a su realidad, pero ahora peleados, endeudados y más pobres.

Nuestra historia con Itaipú se parece bastante a la del desafortunado Gregorio. Tenemos un billete premiado, pero, mientras los pillos de la familia orquestan algún que otro golpe menor, el resto nada hacemos para efectivizarlo cuando llegue el momento. Y eso será en dos años más, como mucho.

Es simple. La mitad de toda la energía eléctrica que produce Itaipú es nuestra… si podemos comprarla.

Su precio hoy es alto porque incluye el pago de la deuda que se asumió para construir la hidroeléctrica, una cuota que representa casi el 60% de la tarifa.

Esa deuda, sin embargo, se terminará de pagar a mediados de 2022. Eso significa que, por imperio del tratado que dio vida a la Binacional, el precio de la energía que nos corresponde en un 50% pasará a costar menos de la mitad.

Es un billete premiado. Ni siquiera tenemos que renegociar nada. Aunque nos sentemos a esperar esa fecha sin intercambiar ni mensajes de WhatsApp con los brasileños, a finales de 2022 la tarifa de Itaipú se desplomará y tendremos el derecho (porque nunca lo perdimos) de contratar hasta la mitad de toda esa energía barata y abundante.

Lo que deberíamos estar discutiendo con más inteligencia que la familia de Gregorio es justamente qué hacemos con ella.

Lo más conveniente será siempre consumir la energía en nuestro propio mercado. Los brasileños convierten cada dólar que pagan por ella en diez o cien dólares, gracias a su industria. Para ellos, la energía es un insumo para producir, no un producto terminado. Es la diferencia entre vender soja en granos o jugo de soja, saborizado, envasado y con una marca top.

Con energía barata y abundante podemos reducir a la mitad la tarifa de la ANDE o suministrar energía gratis a microempresas por un determinado tiempo, o bajar a cero la tarifa de la población en situación de pobreza o desarrollar polos industriales.

Hay un sinfín de escenarios posibles. Ahora, para que cualquiera de ellos sea posible, tenemos que hacer antes algunos deberes. Crear una red de distribución eficiente, tender líneas de trasmisión de volúmenes acordes a la demanda de cualquier industria; e incluso, de ser posible, desmonopolizar el mercado de la electricidad (tanto en la generación como en la distribución y venta de la energía) y dejar en manos del Estado la regulación.

Si tenemos la capacidad de contratar nuestra mitad de Itaipú ni siquiera necesitaremos negociar con nuestros socios la posibilidad de vender en su mercado; ellos nos pedirán que lo hagamos.

Si nos han hecho de menos hasta ahora es simplemente porque saben que no podemos comprar toda nuestra energía porque no tenemos qué hacer con ella. Esa es nuestra debilidad. No creamos planes para hacer un uso intensivo de ese insumo que, desde el 2022, será el más barato de la región y el más abundante para nosotros.

Desdramaticemos Itaipú y dejemos de vernos como el socio pobre que espera concesiones del socio mayor.

Somos los dueños legítimos de la mitad del billete premiado.

Solo tenemos que cobrarlo.

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