"(Los soldados israelíes) entran como si esto fuera Gaza”, dice a EFE uno de los vecinos de Nur Shams, localizado tres kilómetros al este de la urbe palestina de Tulkarem, mientras alza su voz sobre el ruido de excavadoras y grúas que intentan devolver la normalidad a una población todavía conmocionada.
"¿Por qué no tenemos protección internacional?, ¿Por qué, dónde está?”, se pregunta uno de ellos, que no quiere revelar su nombre por miedo a posibles represalias de Israel, que mantiene una oleada de violencia y represión a lo largo de toda Cisjordania.
Desde la noche del viernes hasta esta mañana, los vecinos de este campamento de refugiados han vivido el paso de las horas con miedo, sumidos bajo el aullido de la metralla y a sabiendas de que algunos de sus jóvenes –asociados a la Brigada de Tulkarem, que reúne a combatientes de diferentes facciones como Fatah y la Yihad Islámica– no volverían vivos a casa.
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Hana, tía de uno de los jóvenes muertos en esta devastadora operación militar, describe las redadas que se repiten en Nur Shams, sobre todo desde 2023, como una especie de “comedia” a la que acuden los medios de comunicación y los fotógrafos, pero nada cambia.
“Esta es nuestra realidad”, dice la mujer cubierta en un velo y vestida de color negro, rodeada de medio centenar de familiares y amigos que velan al fallecido. “Nos están matando”, se lamenta.
Cerca de medio millar de palestinos muertos
En las callejuelas del campamento, creado en 1952 para refugiados palestinos desplazados tras la guerra y la creación del Estado de Israel en 1948, todavía podían verse esta tarde decenas de casquillos de bala, así como charcos de sangre reseca en habitaciones con todos sus muebles desvencijados y esparcidos por todas partes.
Los vecinos hablan de tres noches sin poder salir, sin poder comprar comida, con el miedo de que un soldado tirara abajo sus puertas o tomara sus casas como centro de operaciones, según explican a EFE.
“Dispararon como si fuéramos animales, como si detrás de los muros de estas casas no hubiera niños, no hubiera enfermos”, dice a EFE Mustafa Jalil, quien repite una y otra vez: “Esto no puede ser, esto no puede ser”.
Jalil, como muchos, no cree que imponiendo más violencia y a base de plomo, Israel vaya a conseguir una Cisjordania más calmada, sino que, por el contrario, dice que cada vez más jóvenes se sumarán a las filas de “la resistencia” palestina.
“Si uno (de los muertos) es tu padre, tu hermano, etc., al final, incluso a quien no le incumbe la situación termina, a su pesar, involucrándose. Está mal, no es así como se arreglan los problemas. No todo es matar y no todo es golpear”, dice junto a la casa donde los soldados han matado a cuatro supuestos milicianos.
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El Ejército israelí justificó su operación como una ofensiva antiterrorista, en la que dice haber abatido a diez supuestos milicianos locales, además de haber detenido a otras 15 personas y descubierto decenas de explosivos y armas.
Los medios palestinos informaron inicialmente que el comandante de la Brigada de Tulkarem, Muhamad Jaber, conocido como Abu Shujaa, había muerto en la redada. Pero este domingo, aparecieron imágenes suyas, aclamado y a hombros entre los asistentes a algunos de los funerales de los jóvenes muertos.
Desde el inicio de 2024, la Gobernación de Tulkarem se ha erigido como el foco más letal para los palestinos en Cisjordania; con 42 muertos, entre ellos también supuestos milicianos, de un total de 157 muertos en todo el territorio ocupado.
La mayoría de esos jóvenes son abatidos en redadas militares nocturnas que desembocan en enfrentamientos violentos, pero también hay al menos cuatro muertos por posibles balas de colonos, y otros asesinados en controles militares israelíes tras perpetrar presuntos ataques contra soldados.
Desde el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, 484 palestinos han muerto en Cisjordania, según un recuento de EFE y datos del Ministerio de Sanidad palestino, en lo que muchos ya ven como una oleada de violencia que solo está comenzando.
Fuente: EFE