El petróleo es un tema cada vez más sensible para el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
El mandatario izquierdista se presenta como un abanderado de la lucha contra el cambio climático, pero también quiere hacer crecer la economía con una estrategia que sus críticos tildan de desfasada, al apostar por combustibles fósiles.
Sus contradicciones climáticas atrajeron especialmente la atención cuando los ecuatorianos votaron en referéndum, el primero de su tipo, detener las lucrativas perforaciones petroleras en el Parque Nacional Yasuní, la mayor área protegida del país y refugio de una importante biodiversidad.
“Esperamos que el gobierno brasileño tome a Ecuador como ejemplo”, dijo Marcio Astrini, director del Observatorio del Clima.
Hogar del 60% de la mayor floresta tropical del mundo, Brasil debería “dejar bajo tierra el petróleo de la desembocadura del Amazonas”, dijo en un comunicado.
Lula también fue presionado este mes en una cumbre amazónica para emular a Colombia, cuyo presidente Gustavo Petro ha prometido poner fin a la exploración petrolera. Pero la reunión en la ciudad brasileña de Belém acabó sin ningún compromiso al respecto.
El lunes, horas después de que se anunciara el resultado del referéndum de Ecuador, la presidencia brasileña envió un comunicado promoviendo los planes de invertir 335.000 millones de reales (69.000 millones de dólares) en el sector de petróleo y gas en los próximos años.
Los planes incluyen que la petrolera estatal Petrobras explore el “bloque FZA-M-59”, cerca de la desembocadura del río Amazonas en el Atlántico, frente a la costa norte del país. Lula, que regresó al poder en enero prometiendo proteger la Amazonia, ha defendido el proyecto y dicho que “sueña” con extraer petróleo de la bahía del Amazonas. El caso está generando fuertes polémicas en Brasil, inclusive dentro del gobierno. AFP