(…) El Señor, después de un tiempo de predicación por las aldeas y ciudades de Galilea, vuelve a Nazaret, donde se había criado… Jesús se levantó para la lectura del texto sagrado, y escogió un pasaje mesiánico del profeta Isaías.
(…) Utiliza algunos ejemplos del Antiguo Testamento: Muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio. Se conceden las gracias del cielo, sin limitaciones por parte de Dios, sin tener en cuenta la raza —Naamán no pertenecía al pueblo judío—, la edad o la posición social. Pero Jesús no encontró buenas disposiciones en los oyentes, en la tierra donde se había criado (…). ¿No es este el hijo de José?, se preguntaban. No supieron ver más allá. No descubrieron al Mesías que les visitaba.
Nosotros, para contemplar al Señor, también debemos purificar nuestra alma. “Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar tus ojos turbios... Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: Él…
El papa Francisco, a propósito de la lectura de hoy, dijo: “El Evangelio presenta la imagen de la viuda precisamente en el momento en el que Jesús comienza a sentir las resistencias de la clase dirigente de su pueblo: los saduceos, los fariseos, los escribas, los doctores de la ley. Y es como si Él dijera: Sucede todo esto, pero mirad allí, hacia esa viuda. La confrontación es fundamental para reconocer la verdadera realidad de la Iglesia que cuando es fiel a la esperanza y a su Esposo, se alegra de recibir la luz que viene de Él, de ser —en este sentido— viuda: esperando ese sol que vendrá.
Por lo demás, no por casualidad la primera confrontación fuerte que Jesús tuvo en Nazaret, después de la que tuvo con Satanás, fue por nombrar a una viuda y por nombrar a un leproso: dos marginados. Había muchas viudas en Israel, en ese tiempo, pero sólo Elías fue invitado por la viuda de Sarepta. Y ellos se enfadaron y querían matarlo…”.
(Frases extractadas de http://homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0129.htmy https://es.catholic.net/op/articulos/13094/cat/565/ninguno-es-profeta-en-su-tierra.html).