03 ago. 2025

Disminuye la población de yaguareté en zona de la Triple Frontera

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Preservación. Para identificar el hábitat natural, colocan collares satelitales a algunos felinos.

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Un inquietante silencio rompe el canto de los pájaros en la espesa vegetación que cubren los caminos en las entrañas de la selva en la región de las Tres Fronteras, sobre todo en las ciudades de Puerto Iguazú (Argentina) y Foz de Yguazú (Brasil). Es por la ausencia de un rugido profundo que por siglos dominó esas tierras: El del jaguar, conocido yaguareté.

Esta semana un estudio binacional, liderado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Fundación Vida Silvestre, reveló que entre 2022 y 2025, el número de onzas pintadas (Panthera onca), conocidas también como yaguaretés, cayó de 93 a 83 ejemplares en las principales áreas protegidas de la región como el Parque Nacional de Yguazú y el Parque Estatal de Turvo, en Brasil, y la Selva Misionera, en Argentina. Aunque a primera vista puede parecer una reducción moderada, los expertos no lo ven así. “Esta disminución, aunque leve, refleja una presión creciente sobre nuestros ecosistemas”, advirtió Lucía Lazzari, bióloga de la Fundación Vida Silvestre Argentina, una de las organizaciones que participó del estudio. Señala que la pérdida, aunque silenciosa, es significativa. Detrás de esos números hay territorios invadidos, collares sin señal y rugidos que se extinguen. No es la primera vez que los jaguares enfrentan un destino incierto. En los años 90, se estimaba que entre 400 y 800 ejemplares habitaban la región del Alto Paraná. Sin embargo, la caza furtiva, la destrucción de su hábitat y los atropellos en rutas mal planificadas hicieron que ese número se desplomara hasta llegar a apenas 40 individuos en 2005. Fue entonces cuando comenzó una carrera contra el tiempo.

MONITOREO. Con paciencia y tecnología, los equipos científicos comenzaron a colocar cámaras trampa en los senderos y collares transmisores en los animales. El monitoreo, combinado con campañas de concientización y políticas de conservación, dio frutos: Entre 2006 y 2018, la población se duplicó. El jaguar, o yaguareté, como lo llaman los guaraníes, empezaba a recuperar su trono en el bosque. Pero los logros parecen haber sido efímeros. El nuevo informe advierte sobre un retroceso que podría deshacer dos décadas de trabajo. La población monitoreada abarca 570 mil hectáreas y sufre hoy las consecuencias de múltiples amenazas como la caza ilegal, los conflictos con animales domésticos, la falta de financiación para parques naturales, y la expansión de rutas y actividades humanas que arrasan con su hábitat.

“Para recuperar la población de jaguares, es urgente reforzar el control de la caza ilegal y prevenir los conflictos con la ganadería”, señaló Agustín Paviolo, coordinador del Proyecto Yaguareté. También advirtió que no hay lugar para la complacencia. “Este retroceso muestra que los esfuerzos deben mantenerse y multiplicarse. No podemos bajar la guardia”. El jaguar es un depredador que cumple un rol vital en la regulación de poblaciones, mantiene el equilibrio natural y es símbolo de la biodiversidad de América Latina. Su desaparición desencadenaría un efecto dominó difícil de revertir.

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