El Informe tiene como uno de sus principales aportes el Índice de Desarrollo Humano. Este índice, conformado por datos del crecimiento económico y condiciones sociales, nos ubica en el lugar 98 de entre 189 países, con lo cual es considerado país de desarrollo humano alto.
Como es sabido, la economía paraguaya verificó importantes tasas de crecimiento en los últimos 20 años. Sin embargo, este promedio lleva consigo la invisibilidad de importantes diferencias de ingresos. En Paraguay, los ingresos promedio por persona del decil más rico superan en 20 veces a los del decil más pobre, reflejando la enorme desigualdad del ingreso.
Los otros indicadores sociales –esperanza de vida al nacer, años esperados de escolarización y promedio de años de escolarización– también muestran importantes disparidades. No es lo mismo haber nacido en el sector rural que en el urbano, en determinados departamentos que en otros y en situación de pobreza. La geografía y el nivel de ingresos determinan las posibilidades de salud y educación en Paraguay.
Cuando las desigualdades se incorporan en el Índice de Desarrollo Humano, Paraguay cae 24 lugares en el ránking de países. Con este valor, su nivel de desarrollo humano deja de ser alto y se reduce a medio, acercándose a países centroamericanos y africanos. Como señala el Informe, las desigualdades dañan las sociedades y debilitan la cohesión social y la confianza de la población en los gobiernos y las instituciones. La desigualdad en cualquiera de sus múltiples formas –económica, tierra, activos, género, etaria, entre otros– deteriora las economías al impedir que las personas alcancen su potencial en su vida personal.
En el ámbito político, el documento es claro al remarcar que la persistencia de brechas tan profundas y significativas dificulta que las decisiones políticas reflejen las aspiraciones sociales, ya que las escasas personas que ostentan el poder lo utilizan para influir en las decisiones, de modo que beneficien a sus intereses actuales.
Si queremos salir adelante como país, necesitamos con urgencia abordar el problema de las causas que originan las desigualdades en Paraguay. La calidad de la educación y la salud y el buen funcionamiento de los mercados son determinantes y requieren políticas públicas que los aborden explícitamente.
Pero también es necesario que las instituciones funcionen de manera a poner en la lista de prioridades la reducción de las brechas y las necesidades de la mayoría. Este parecería ser el mayor desafío, ya que en cualquier ámbito, las decisiones que se toman están beneficiando cada vez más a un sector minoritario.
Latinobarómetro es muy claro en tal sentido. La percepción ciudadana siente que en Paraguay se gobierna para los poderosos y eso no está bien. El Estado debe garantizar el bien común. Solo de esa manera podremos aspirar a seguir avanzando.