28 mar. 2024

Descontrol

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

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Seleccion Paraguaya. Foto: EFE

Una de las explicaciones más usuales y comunes cuando se justifica una derrota en el fútbol es culpar a la desconcentración como argumento de los goles en contra primero y del resultado después. Los jugadores y técnicos se golpean el pecho afirmando que buscarán la manera de evitar la desconcentración. A veces lo hacen y otras, como en los juegos de la Libertadores de esta semana, no alcanzan a explicar la derrota de los grandes locales del torneo.

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Así también el Gobierno luce descontrolado y desconcertado desde que llegó la pandemia. No acierta en las medidas sanitarias, en las compras de insumos y menos en la llegada de las vacunas. Cada uno hace lo que le parece correcto sin tener ningún costo los errores ni faltas. Ahora el problema de la vacunación, que cambió de modelo, es que nadie quiere vacunarse con el biológico inglés y por eso muy pocos acudieron al vacunatorio. En realidad, esa no es la verdad. No van porque no tienen ninguna certeza de que la segunda dosis les llegue, porque no hay quincenas ni meses que aseguren nada. Ahora ni la India proveerá las dos millones de dosis que se anunció como un triunfo en la desastrosa gestión, cuyo número de fallecidos supera ya los 7.000 y se pronostica ahora más de 23.000 decesos para próximos meses.

El descontrol como en fútbol lleva a que todos culpen a todos para no asumir ninguna responsabilidad que compete a su cartera. El canciller cuestiona al de Mitic y este le responde en público comprometiendo al de Salud, quien harto afirma que todos los días piensa en renunciar. El vicepresidente carga contra el proyecto de ley liberticida que presentó su jefe al Congreso y del que Velázquez afirma —sin haber leído— que afecta a derechos consagrados en la Constitución. ¿Cómo lo sabe si dice que no leyó el texto que presentaron al Parlamento? El presidente Abdo al igual que Órteman todavía no entiende de qué se trata el juego, el equipo ni el momento y de vez en cuando sale a inaugurar (Abdo) unas cuadras empedradas para afirmar que su gobierno no quiere cargar más a los que producen con nuevos impuestos, como habían insinuado sus socios Salomón y Blanca Ovelar. Mide el supuesto éxito de su gobierno en kilómetros de rutas, mientras se cavan fosas para enterrar a los muertos por Covid-19. No tiene la menor idea de las prioridades del país. Muchos gritan desde las gradas que se vayan todos o solo algunos, pero los que entran o están en el banco son peores que los que renuncian o deben salir.

La realidad se encuentra absolutamente desbordada a la capacidad, comprensión y gravedad del momento. Hasta el Papa participa pidiendo oraciones y los escándalos pequeños no logran distraer los grandes problemas de una pandemia que reclama cambios profundos. Solo el atribulado canciller Acevedo, que bien conoce de entierros de partidos, expresó con claridad que de esta pandemia ningún político saldrá indemne y que habría que cambiar a todos. Me imagino que no le habrá hecho ganar muchos adherentes una expresión tan apocalíptica. No hay control, certezas, orden ni orientación. Cada uno juega como Polenta. A lo que salga, con sobrepeso y pirevai mientras el desconcierto alcanza incluso a médicos del servicio público, que metidos a la política agravan aún más el problema antes que resolverlo.

Desde adentro saben el final trágico que les espera y cada día hacen algo para merecerlo. El descontrol, la descoordinación y los errores no son las causas, sino apenas consecuencias del mal juego, la escasa ponderación del rival y la torpeza de las acciones. Por todo eso la goleada es absolutamente previsible y justa, aunque trágica.

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