19 ago. 2025

Desastre ko Trump

La expresión aquella que dice que: “Los hombres pasan pero las instituciones quedan” pretende afirmar que incluso aquellos que han pasado por la institución más querida y respetada por el pueblo americano nunca acabarán con ella a pesar del peor de sus comportamientos.

Nixon, otro republicano, renuncia antes del impeachment por Watergate para preservarla, sin embargo su correligionario Trump está dispuesto a destruirla por completo como cual Nerón moderno con Roma. No quiere reconocer su derrota en los Estados que sumaron los votos a favor de Biden pero aún más se resiste a la evidencia de que más de 5 millones de estadounidenses votaron en su contra. En su vano intento de asumir la realidad afirma que nunca un presidente que buscaba su reelección obtuvo tantos votos... para perder –agrego- por tanta diferencia. Es tan torpe que moviliza a sus prosélitos y pone en riesgo la seguridad nacional y por qué no mundial con sus berrinches y resistencia pueril de admitir que perdió.

Uno de los grandes peligros de convocar a los outsiders a las elecciones democráticas es correr el riesgo de no respetar las reglas del juego cuando los resultados les son adversos. Pretenden creer que los argumentos de contestación a los “actores tradicionales de la política” incluyen resistirse a ellos incluso cuando logran torcer su voluntad en las urnas. Se resisten y creen que existe una conspiración internacional y local para desalojarlos del poder. No admitir ninguna autocrítica y creen que siempre lo hicieron bien a pesar de que muchas de sus acciones en los actores tradicionales hubieran sido catastróficas. Trump fue el mismo que dijo que los inmigrantes mexicanos eran “violadores y criminales”, que se burló de los soldados de su país y recibió la reprimenda de un general esta semana le recordó que la fidelidad de los uniformados era con la Constitución y no hacia los tiranos o aquellos con vocación dictatorial. Trump dijo que no declaró ninguna guerra internacional cuando se dedicó de manera persistente y consistente a dividir a su pueblo y a sus aliados históricos. El que se juntó dos veces con el dictador norcoreano para recibir de respuesta las pruebas de nuevos misiles de alcance intercontinental. Sus escasos logros se empequeñecen por su legado divisivo, confrontativo, mentiroso y manipulador. Trump es una pesadilla del sueño americano.

Algunos escasos adherentes de impugnar los comicios se cubren el rostro de vergüenza y los fiscales con dignidad se resisten a ser usados políticamente para propósitos innobles y de manipulación política. Le cuesta a Trump perder con lo que demuestra su escaso apego a la democracia y a sus reglas del juego mientras brinda el pésimo espectáculo de un “país bananero” sumerge a su nación en el patio trasero de las naciones democráticas. Gran trabajo le espera a Biden. Deberá recuperar hacia adentro y hacia afuera las mejores virtudes de su pueblo. Tendrá que reconciliarlos y deberá proyectar hacia el mundo valores de previsibilidad y decencia que se perdieron bajo el gobierno del republicano.

“Desastre ko Trump” decimos en paraguayo mezclando el guaraní con el español y desafiando las reglas de la gramática a su paso. Sintetizamos con esa expresión todo lo peor resumido en una persona. Todo lo equivocado, lo fútil, lo condenable y lo imposible de justificar. El error resumido en una persona que no termina en continuar su labor de zapa contra los poderosos cimientos institucionales de su país. Lo peor es que algunos lo celebran por cobardía e ignorancia.