31 oct. 2024

Democracia y anarquía

GARBARINO.jpg

La semana pasada ha sido una de las más anárquicas y caóticas de nuestros 32 años de vida democrática. Los camioneros reclamando la ley de fletes, los campesinos reclamando subsidios, los maestros reclamando aumento salarial, los indígenas reclamando el cumplimiento de promesas, etc.

Embed

Los cierres de calles en Asunción generaron un caos en el tránsito haciendo que trabajadores no pudieran llegar a su lugar de trabajo, que niños no pudieran llegar a sus escuelas y que enfermos no pudieran llegar a los hospitales.

Los cierres de rutas a lo largo del país generaron un colapso en la cadena de producción y de abastecimiento a varios sectores de la economía, como los productores de aves, de huevos y de leche, por citar algunos.

Desde el inicio de la transición a la democracia en el Paraguay, una de las grandes preocupaciones de expertos en estos procesos era, justamente, cómo evitar que el país se moviera en un péndulo que le lleve de una dictadura represiva a una democracia anárquica.

Para que eso no ocurriera una de las primeras cosas en las que la sociedad paraguaya tenía que ponerse de acuerdo era en cómo se ejercería la fuerza pública en democracia y cuál debería ser el nuevo rol de la policía.

Recordemos que para que exista un Estado, el mismo debe tener tres elementos: Un territorio, una población y un gobierno. Y la función primera de todo gobierno es proteger las fronteras del territorio de las amenazas externas (fuerzas armadas) y proteger a la población de las amenazas internas (policía).

Para cumplir estas funciones los ciudadanos le entregamos las armas y le otorgamos el monopolio del uso de dicha fuerza.

En la dictadura estas fuerzas fueron usadas para defender al dictador, pero en la democracia las mismas deberían estar para defender la vida y los bienes de los ciudadanos y para proteger el Estado de Derecho.

La libertad absoluta no existe en ninguna sociedad, en las democracias consolidadas la misma está claramente limitada por la ley y por los derechos de los demás. La democracia, para funcionar, tiene que ser una dictadura… la dictadura de la ley.

Pero para que todo esto ocurra es fundamental, es imprescindible, es un prerrequisito, el tener un Poder Judicial independiente y creíble. Este poder es como el árbitro en un partido de fútbol, es el que hace cumplir las reglas y el que castiga a quien la viola.

Aquí se aplaza nuestra democracia, porque desde el inicio de la transición democrática nuestro Poder Judicial fue cooptado por la clase política, por los poderes fácticos y por la corrupción.

Este escenario de una sociedad paraguaya donde la mayoría no cumple la ley, donde el gobierno no cumple su principal responsabilidad de mantener el orden interno y donde tenemos un Poder Judicial absolutamente desprestigiado, es el cóctel perfecto para encaminarnos hacia la anarquía que tanto temíamos.

Este artículo no es una invocación para movernos en el péndulo hacia dictaduras, que las sufrimos a lo largo de toda nuestra vida como nación independiente y que han sido las responsables de la pobreza y de la ignorancia que hoy tienen amplios sectores de nuestra población.

Este artículo es una invocación a nuestros líderes políticos, empresariales y sociales a refundar nuestra democracia, sobre la base del absoluto respeto a las leyes y al Estado de derecho.

Con un Poder Judicial independiente y creíble, con las Fuerzas Armadas y la Policía fortalecidas y reformadas y con un Poder Legislativo promulgando leyes basadas en el interés general y no en oscuros intereses particulares.

La ciudadanía también debe hacer un mea culpa porque no es viable un país donde muchos le piden apoyo y subsidios al Estado y casi nadie quiere pagar impuestos.

Si no hacemos este acto de refundación, el Paraguay es un Estado fallido, un Estado que tiene territorio y población, pero no tiene gobierno.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.