EFE
El informe, que se presenta este miércoles en Asunción, detalla las ocasiones en que fueron detectados en los últimos años rastros de la presencia de los indígenas aislados, que conforman uno de los últimos pueblos nativos no contactados de América del Sur fuera de la Amazonía.
Además, explica los riesgos a los que se enfrentan los ayoreo en estado de aislamiento voluntario, un pueblo nómada que se desplaza a lo largo de su territorio tradicional, en el que se encuentran grandes áreas verdes como el Parque Nacional Defensores del Chaco (Paraguay) o el Kaa Iya (Bolivia), desconociendo las fronteras y las leyes estatales.
Según la organización, el territorio ayoreo comprende unas 33 millones de hectáreas situadas en la frontera entre Paraguay y Bolivia, al norte del Gran Chaco Sudamericano, región que se considera la segunda zona boscosa más extensa de Suramérica.
Esta región sufrió, entre los años 2015 y 2016, la mayor tasa de deforestación promedio en todo el mundo, con una media anual de 400.000 hectáreas desforestadas, y el territorio ayoreo fue el que sufrió los mayores impactos, según IA, que cita datos de la organización ambientalista Guyra Paraguay.
“El agronegocio es el principal causante de la deforestación del bosque nativo chaqueño y, con ello, el motor de la destrucción del mundo ayoreo”, detalla IA en su informe.
Agrega que la deforestación destruye áreas vitales para los ayoreo aislados, como los cauces estacionales, lagunas, aguadas, áreas de reproducción de animales, de caza y de recolección de frutos y mieles.
Además, la desaparición de los bosques agudiza la sequía extrema y fuerza a los indígenas a acercarse a estancias o campamentos de trabajadores para conseguir agua, lo que supone un riesgo de contacto no deseado, contagio de enfermedades e incluso de muerte.
La minería es otra actividad que pone en riesgo a los indígenas silvícolas, dado que la apertura de caminos, las pruebas sísmicas y la presencia masiva de trabajadores que implica la exploración para buscar hidrocarburos obligan a los nativos a abandonar las zonas donde viven.
La explotación y tráfico de maderas preciosas, animales vivos y pieles representan “una constante amenaza para los aislados”, pero continúan vigentes debido al escaso control que ejercen los Estados sobre estas actividades.
IA también señala que las disputas por la propiedad de las tierras ayoreo impiden la libre circulación de los indígenas por el territorio y recordó que la gran mayoría de las tierras ayoreo que hoy figuran en manos privadas en el Chaco paraguayo fueron adquiridas de manera irregular durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
La organización también denuncia las expediciones que religiosos de la misión A las Nuevas Tribus realizan a zonas como el Palmar de las Islas, en la frontera entre Paraguay y Bolivia, con el objetivo de encontrarse con los indígenas aislados para sacarles del bosque y evangelizarles.
Por último, IA advierte de los “efectos traumáticos e irreversibles” sobre la vida de los aislados de la apertura de caminos, carreteras asfaltadas o el corredor bioceánico que atraviesa el territorio ayoreo en Bolivia, mientras que las rutas migratorias tradicionales de los indígenas se ven cada vez más presionadas por el avance del agronegocio.
El pueblo ayoreo es uno de los cerca de veinte pueblos indígenas que viven en Paraguay y que representan menos del 2 % de la población total del país.