Tras más de nueve meses de guerra contra Hamás, Israel afirmó que en su ataque contra el campo de desplazados de Al Mawasi, cerca de Jan Yunis, en el sur de la Franja, apuntó contra Mohamed Deif, jefe del brazo armado del movimiento islamista y uno de los altos mandos más buscados por Israel.
El ataque también tenía como blanco Rafa Salama, el comandante de las brigadas de Hamás en Jan Yunis.
El Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, gobernada por Hamás desde 2007, anunció que 90 palestinos murieron, “la mitad de ellos mujeres y niños”, y que 300 personas fueron heridas.
Este bombardeo en una zona designada como “segura” por Israel, donde organizaciones humanitarias afirman que se refugiaban cientos de miles de personas, generó condenas de países de toda la región. El ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto declaró que estos “crímenes” no pueden aceptarse bajo “ninguna justificación”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, confirmó en una rueda de prensa que sus tropas lanzaron un ataque contra Deif y Salama y declaró que “no hay certeza” de que ninguno de ellos haya muerto en el bombardeo.
El ejército israelí indicó que el bombardeo tuvo lugar en una “zona cerrada gestionada por Hamás” y que, según sus informaciones, “solo estaban presentes terroristas de Hamás y no había civiles”.
Hamás desestimó esta versión y la tachó de “argumentos falsos que buscan esconder el alcance de la espantosa masacre”.
Su líder político, Ismail Haniyeh, acusó a Netanyahu de cometer “masacres atroces” con tal de intentar bloquear las negociaciones para un alto el fuego reanudadas esta semana. Las víctimas del bombardeo del campo de Al Mawasi fueron trasladadas a varios hospitales de la región.
En el hospital kuwaití de Rafah, en el sur del territorio, el director Suhaib al Hams calificó la situación de “verdadero desastre” e indicó que la mayoría de las víctimas tienen heridas graves.
Mahmud Abu Akar relató que el bombardeo fue como una lluvia de misiles que le pareció interminable. AFP