20 sept. 2025

De ingeniero a empresario: El éxito se logra con dedicación y capacidad

Felipe Faraone es dueño de la heladería artesanal más tradicional en CDE. Dejó su profesión y un empleo en Itaipú para dedicarse al rubro gastronómico. Asegura que fue una decisión correcta.

  • Wilson Ferreira
  • CIUDAD DEL ESTE

La historia del empresario Felipe Faraone (ingeniero de profesión) y la heladería Mita’i, una de las más tradicionales de la región, empieza en el año 1991, recuerda. Por años funcionó en la esquina de la avenida Alejo García (hoy Pioneros del Este) y Pa’i Pérez, formando parte de la historia de la ciudad. Era la parada obligatoria de los funcionarios y empleados de las casas comerciales antes de regresar a casa, luego de una exitosa jornada laboral. Eran los años dorados del comercio esteño.

A pesar de los años, en la actualidad sigue ofreciendo los mejores helados artesanales de la frontera, asegura Faraone, al recordar que cuando adquirió el local estaba cerrado, llenándose de malezas. Se considera como un emprendedor por naturaleza, heredado de sus padres y, por entonces, trabajaba en la Itaipú Binacional, un sueño de empleo para muchos, pero asegura que no se sentía impresionado ni cómodo.

Amante de los desafíos y con el apoyo de su familia, decide salir de la entidad y emprender en el sector privado con todo lo que ello conlleva, y asegura que le fue muy bien, sorteando duras crisis y disfrutando de los buenos momentos. Afirma que la dedicación y la capacidad de hacer frente a los momentos complicados hoy le permiten seguir vigente a pesar de los años.

“Decidimos tomar ese local, con muchos riesgos y con la juventud que te hace ser más valiente, y nos fue muy bien. Lo adquirí gracias a una ayuda monetaria. Pasamos muy lindas etapas. Un año después vino la crisis financiera a nivel país, luego la crisis mundial que también afectó, pero no tanto. Estuvimos allí 5 años. Cuando estaba era confitería y pusimos un restaurante al lado”, relató.

Mencionó que el local tenía un parque bien equipado, por donde tantos niños pasaron momentos felices. Sin embargo actualmente, en parte, está en el Club Social Acaray, mientras que otro sector quedó en la casa familiar. “Hemos pasado muchísimas crisis, nos asaltaron, nos robaron vehículos, me pusieron pistola por la cara, a mi señora también, pasamos de todo. Quisimos desistir en varias oportunidades, pero al final salimos adelante”.

EL DESAFÍO. Faraone sostiene que los que vienen a Ciudad del Este a tomar las riendas de su destino, saben que el trabajo intenso es constante y normal. “Yo salí de Itaipú, era uno de los pocos locos que renunció, no querían creer, pero eran otras épocas, pero pasamos y superamos muchas circunstancias. Se iba a construir un edificio, que no prosperó, y nos íbamos a quedar abajo, tuvimos que tomar otro rumbo. Ese lugar quedó mucho tiempo vacío, pero esa es otra historia”.

Decidieron mudarse sobre la avenida Rogelio Benítez, esquina Cerro León, en el barrio Boquerón que, por entonces, no era ni la sombra de lo que es hoy, una hermosa avenida gastronómica. Faraone recordó que decidió instalarse en el actual local porque la Cárcel Regional de Varones iba a mudarse a otro lado.

“En aquella época dijeron que se iban a mudar en tres años, imagínese, eso fue en el año 1996, y no se dio. Pero hoy felizmente, junto a la comisión de vecinos, eso va a ser una realidad, pero 27 años después”, señala.

En el rubro, en el barrio, son los pioneros, muchos años después se instalaron otros locales gastronómicos. “No fue fácil. Primero para hacer saber a nuestros clientes que nos mudamos. En aquellos años, internet y los medios digitales y las redes sociales no existían y costaba muchísimo, pero al fin, logramos gozar otra vez de una serie de años de bonanzas y también soportamos crisis, pero nada comparable como la de la pandemia del Covid-19”.

Un gran lazo con colaboradores

Felipe Faraone destacó el lazo formado con los colaboradores que pasaron por la heladería y el restaurante. Emocionado señala que le cala hondo cuando en la calle se encuentran con ex funcionarios y que paran para saludarlo, –vaya coincidencia– una ex colaboradora para extenderle un saludo. “Filomena Bernal trabajó con nosotros 15 años, divididos en dos etapas, y vaya coincidencia, acá llega en medio de la nota. Estas cosas no tienen precio y me emocionan”. Indicó que en el mejor momento llegaron a tener 50 colaboradores y en el peor momento de la crisis de la pandemia llegaron entre 5 y 8. “No nos vamos a olvidar nunca de este parate que sufrimos desde marzo del 2020. Pero hay que tener optimismo”.