El decreto presidencial tomó de sorpresa a todos. Se había aceptado como un hecho irreversible del destino que el feriado se celebraría solo ese domingo.
Al conocerse el cambio, hubo dos posiciones claras: Alegría inconmensurable en una gran mayoría de la población y, por otro lado, quienes protestaron dicha decisión.
Los que celebraron argumentaron que era justo que la celebración pasara a un día laboral, ya que justamente se rendía tributo a quienes dieron su vida en pos de alcanzar los derechos de los trabajadores.
Hubo variedad en quienes estuvieron en desacuerdo. Algunos con justa razón, considerando que el anuncio se dio con poco tiempo para el cambio de actividades, como por ejemplo, una consulta médica.
Los que dependen del movimiento diario para llevar el pan de cada día a sus hogares también se vieron afectados.
Por último estaba el grupete de apóstoles del trabajo. Esos que piensan que si este país deja de producir un segundo se hundirá en un insondable bache económico anticipando el fin de los tiempos.
Los sumos pontífices del movimiento perpetuo de la insaciable máquina capitalista se espantaron. Consideraron una herejía ese sorpresivo día de descanso extra.
Porque realmente deberíamos preguntarnos si tal descanso existe para la gran mayoría de la población. Principalmente para ese grupo de personas que todos los días debe levantarse a las 04:00 de la mañana para tomar su ómnibus una hora después y llegar a las 07:00 a su trabajo.
Luego, cual hámsters inyectados con cafeína, repetir el ciclo de dos horas en el transporte público para volver al hogar, ya sea desde el trabajo o del estudio. Ni hablar si a eso se suma caminar 10 o 20 cuadras más.
Así el ciclo se repite toda la semana, todos los meses y todo el año de sus vidas. Nos convertimos en máquinas de la absurda rutina agobiante, cansina que marchita el alma.
Paraguay podría ser uno de los pocos países del mundo donde su población cada vez trabaja más para tener cada vez menos. En todo sentido. Reciben a cambio de su gran esfuerzo una calidad de vida paupérrima.
En esto último nos referimos hacer uso del derecho al ocio, a disfrutar del tiempo libre ya sea en familia, en pareja o de manera individual.
¿Qué alternativas ofrece este país para hacer uso de dicho derecho? Ya sea los días de descanso o incluso en vacaciones...si tuviera la gente vacaciones.
Asunción quizás sea la ciudad con algunas actividades esporádicas para la distensión de la población. Pero en horas nocturnas se tropieza con la falta de transporte público.
Muchos espacios de esparcimiento son simples lugares pelados. Por citar un ejemplo, los 15 kilómetros actuales de la Costanera asuncena no cuentan con un solo espacio de juegos para los niños.
Sobre esto último dirán los excusadores que dicha vía es exclusivamente vehicular. Pero, la ciudadanía, a falta de lugares de distracción lo toma como suyo. Principalmente los fines de semana.
En el área metropolitana las ciudades crecen de manera desordenada, cual furiosas moles que parecen desprender odio hacia la población, expulsándolas del afán de distensión y el sosiego.
Chile, por citar un cacareado ejemplo capitalista, tiene este año 16 feriados. Cada setiembre su celebración de independencia dura como una semana. Jamás se ha oído un apocalipsis económico por ello.
Muchos países han entendido hace rato el necesario derecho al ocio para la población. Y lo deben entender los rabiosos explotadores: Negarles a los trabajadores dicho derecho solo hace que esto sea una patética imitación sin cesar de una infame sociedad feudal.