05 ago. 2025

Dar valor a las voces que aportan

Darío Lugo – @darilu1970

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La encrucijada, el dilema y la disyuntiva nublan la vista de quien aspira a continuar camino y empantana todo intento de acción, para dejar atrás una crisis y superar barreras coyunturales o estructurales.

Las horas decisivas sobre las que transita la sociedad paraguaya ofrecen el escenario de abierta crispación por el deterioro atávico de las instituciones y debido al actual descalabro del sistema sanitario y la falta de inoculación masiva, impedido de dar abasto a los casos no solo de Covid-19, sino de todas las afecciones, muchas de ellas dejadas de lado para atender la prioridad actual.

Acompañando a las dolencias registradas en hospitales, cunde en el ambiente otro padecimiento con efectos inmediatos, pero también a mediano y largo plazo, que sumirá a una buena franja poblacional en la pobreza o bien la indigencia, toda vez que no se tomen medidas paliativas urgentes y no se atienda el clamor de sectores eternamente marginados.

Como arista paralela a los furibundos reclamos sociales que pusieron entre las cuerdas al Ejecutivo en días anteriores, traducidos en manifestaciones y hasta en niveles de violencia callejera producto del hartazgo popular, se dejan escuchar voces desde grupos humanos organizados y que tratan de levantar la vista, interpretar la realidad de manera más abarcadora y generar propuestas con valor, para salir del atolladero.

Las propuestas de sectores económicos y sociales que asimilan bien la película y saben que no todo se resume ni termina en el grito de “que se vayan todos”, se orientan a establecer una hoja de ruta, con la primigenia plasmación de calmar las aguas y desarrollar un verdadero plan de gobernabilidad, atendiendo los temas pendientes de urgencia e importancia, y que los administradores de la cosa pública abandonen las viejas prácticas prebendarias o meramente electoralistas.

Se impone, entre otras cuestiones, la necesidad de abordar una verdadera reforma del Estado, de dejar atrás los privilegios para una claque atada a los recursos públicos y que solo se mentaliza hacia el saqueo de guantes blancos; revisar las políticas públicas fallidas que generan pura improvisación a la hora de rectificar; apelar a las mentes más preparadas para canalizar las ejecuciones y crear espacios colaborativos con la sociedad civil, antes que atizar el fuego del enfrentamiento estéril.

La imposibilidad de encontrar el rumbo se debe, prioritariamente, a la falta de liderazgos genuinos, al abandono del debate que edifica y al abanico de corruptela inserto en todos los estamentos sociales, liderado por las acciones de un Gobierno poco transparente, que pasa sus días tratando de apagar incendios, sumido en improvisaciones. Se suma una oposición casi inexistente o atenta más bien a los cupos que pueda cazar en la repartija de cargos, pero anodina en sus propuestas.

Los que deberían ser protagonistas de primera línea, es decir la sociedad en su conjunto, quedan muy atados a su dilema cotidiano de llegar a fin de mes, de no expandir sus deudas o no enfermarse, y se acrecienta la brecha para llegar a los espacios donde aportar y sugerir, porque casi siempre otros deciden su destino.

Un mayor involucramiento de sectores que hasta ahora solo ven pasar el tren, aportará en la danza de recomendaciones y de diálogo tendientes a concretar las estrategias para enfrentar más cohesionados los embates de la pandemia. El conjunto de aportes enriquecerá la manera de ejecutar esas políticas públicas que beneficien a la mayoría, contrario a lo que se evidencia actualmente en el aprovechamiento de los recursos estatales solo para unos pocos.

Por eso es importante escuchar las voces de quienes pueden bajar a la mesa propuestas coherentes, y que se instale definitivamente un marco de no agresión mutua, para recuperar la senda que permitirá al conjunto de intereses sociales encontrar la armonía necesaria, con el fin de no caernos por la borda ni presenciar cómo se hunde el barco.