Al parecer, el Gobierno paraguayo optará por la actitud más razonable respecto a Itaipú. Sin renunciar a las justas reivindicaciones, aceptará la nueva propuesta brasileña, que de hecho es un avance significativo.
Lo malo es que el ala intransigente de nuestros negociadores -y sus voceros que hacen de exclusivos y excluyentes patriotas- ven el hecho como una derrota.
Bueno, en realidad, sería una derrota de ellos, ante su tozuda actitud de utilizar la frente no precisamente para pensar, sino para chocar una y otra vez contra un murallón.
Después de esto, sería bueno que nadie se duerma sobre los laureles. La prédica de la renegociación debe seguir como la gota que horada la piedra.
Los asaltos y las pillerías diversos, incluido el de robar las pertenencias del presidente del Congreso de su propio auto, no provocaron tanta reacción oficial como el robo a una joyería. ¿Por qué, che?
Algo se supo, por eso la barrida de comisarios de alto voltaje, como diría un ex diputado. Ahora, ¿por qué Machado ni amaga renunciar?
El impresentable Chávez sigue con su escalada de hostilidad contra vecinos y no tanto. ¿Hasta dónde quiere llegar este energúmeno?