Esta realidad se ve en las calles. En los últimos meses es habitual ver a personas vendiendo comestibles por las calles, especialmente de elaboración casera. Son personas que antes tenían un trabajo seguro, pero quedaron fuera de la planilla de las empresa y se ven obligadas a salir a buscar ingresos.
También están apareciendo más puestos de carritos que venden asaditos, panchos o puestos de ventas de remedios refrescantes. Son personas que vieron disminuidos sus ingresos y para compensar la situación salen a hacer este tipo de rebusques.
En los mercados populares aparecen personas con vehículos que ofrecen servicio de Uber, aunque en verdad son personas particulares que tienen un auto y prestan un servicio de flete a las personas que realizan compras en estos lugares.
Otro hecho que evidencia el aumento de la informalidad por desempleo es la aparición de paradas de taxis en lugares que anteriormente no había.
La realización de sorteos y polladas solidarias va ganando su espacio en plena cuarentena para dar ayuda económica a personas necesitadas.
De acuerdo con datos oficiales, los empleados que trabajan en los comercios, en el sector gastronómico y servicios de entretenimientos son los más afectados por las restricciones establecidas por la pandemia de coronavirus.
Muchas personas se capacitaron para trabajar en restaurantes, rotiserías o comedores y conocen de la elaboración de comestibles y entonces salen a las calles a ofrecer sus productos.
Tampoco es menos preocupante la situación de las personas que adquirieron automóviles a cuotas para trabajar en las plataformas Uber o Muv. Los primeros meses los ingresos generados cubrían sin problema las cuotas; sin embargo, en los últimos meses la cantidad de personas que utilizan este servicio se redujo significativamente y muchos de los choferes ya no tienen forma de pagar las cuotas.
Ante esta situación corren el riesgo de perder sus rodados o se ven obligados por la coyuntura a prestar el servicio de manera informal.
Si bien los paraguayos tienen una capacidad de adaptarse rápidamente a la situación, lo hacen de manera informal, sin ninguna documentación, lo que a mediano plazo les generará otro tipo de problemas económicos.
Algunos profesionales que sufrieron la reducción de sus salarios, o recortes de salarios extras, plus, premios o comisiones, tratan de generar ingresos compensatorios y se observa en las redes sociales la oferta de todo tipo de productos como calzados, prendas de vestir, joyas, relojes y perfumes, entre otros.
Al igual que en los casos anteriores, todos estos negocios se realizan de manera informal, más bien como un medio de subsistencia.
Así como están las cosas, la cuarentena va hasta fines de agosto y lo más probable es que la fase tres en Asunción y Central se extienda hacia finales de setiembre.
Son meses en los que seguramente se registrarán nuevos casos de personas que pierden su empleo o microempresarios que se vean obligados a cerrar sus comercios.
Reconocidos economistas locales coinciden que la situación del país es delicada. El Estado ya no puede tomar más deudas y tampoco podrá dar más subsidios a desempleados o suspendidos temporalmente en su trabajo. Ante esta realidad urgen al Gobierno a tomar acciones para salvar la economía del país, frenar el endeudamiento y generar un ambiente de negocios propicio para que las empresas puedan reiniciar sus operaciones. Se entiende que es momento de dar un golpe de timón para llegar a fin de año.