30 may. 2025

CROQUETAS DE ORO

Opinión

El señor Luis Lezcano Claude, ex miembro de la Corte Suprema, defendió las croquetas de oro de Itaipú (“Cartas al Director”, Última Hora, 6/I/10).

Las croquetas de oro se forjaron así. La empresa Mundy atendió la cantina de Itaipú y cobró lo que debía cobrar según contrato. Un buen tiempo después de vencido el contrato y aceptado el pago correspondiente, Mundy reclamó un ajuste de precios por sus pasados servicios. Su abogado era Fernández Gadea, hermano del Fernández Gadea de la Corte Suprema. La Justicia hizo marchar el expediente a una velocidad sideral y el ajuste llegó, con intereses y otras yerbas, a US$ 7.000.000. Para Lezcano, la Corte hizo bien, porque se basó en una fórmula matemática. Pero el Fernández Gadea de la Corte fue destituido en juicio político y otros colegas suyos renunciaron para evitarse el juicio. El cambio dejó sin efecto la matemática fraternal.

La matemática no es el fuerte de Lezcano: a él se le escapa que, en una serie numeral, el 1 debe preceder al 136. Por eso defendió también (en su Carta al director) la resolución número 136 del 22 de marzo de 1999 del Consejo de Superintendencia de la Corte. Así puso la carreta delante de los bueyes, porque la resolución número 1 del Consejo de Superintendencia se dictó el 4 mayo de 1999; lo dije en mi artículo titulado “136", publicado en Noticias el 1 de julio de 2001 y contestado el 6 de enero de 2010.

Los afectados por la 136 protestaron y el asunto llegó a la OEA, que pidió informe a la Corte Suprema paraguaya. La Corte, depurada con la caída de sus ángeles rebeldes, contestó en el memorándum del 9 de noviembre de 2005 (SCS/M.I. 131/05), que no tenía los antecedentes de la 136 del 22/3/99. Vale decir: no tenía ningún original de la 136, ni el expediente en que debiera haber un original. Por cierto, tenía una resolución 136 auténtica, pero con fecha 17 de noviembre de 1999, y que formaba parte del expediente: “D.G.R.P. sobre rechazo de pedido de reinscripción de la finca Nº 389 de Ciudad del Este”.

La 136 lezcanesca es un fantasma electrónico, una mera copia de fax fechada el 22 de marzo de 1999 y llegada al Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) el 23 de marzo, a la una y media de la mañana (¡!), horas antes del asesinato del doctor Luis María Argaña. Es muy difícil impugnar un documento cuando no se tiene el original (¡no contaban con mi astucia!), pero se puede impugnar el contenido de la copia. Y bien, la 136 impuso a Carlos Mojoli y Expedito Rojas (miembros del TSJE) una fuerte multa y una suspensión de 30 días; durante la suspensión, el TSJE debía integrarse con otros miembros (¿era momento?). Ordenó procesar a Mojoli y Rojas, y fue el comienzo de una persecución político-judicial aún no terminada. Poco después, la Corte declaró que el TSJE era independiente y sus miembros tenían el rango y prerrogativas de los miembros de la Corte; con eso premió al fidelísimo Ramírez Zambonini y posteriormente, a Morales.

Goethe, el gran poeta alemán, dijo que uno aprende hablando con la gente simple. En el Paraguay, la gente más simple llega a los puestos más altos; pierde la simpleza y ya no puede enseñarnos nada. Por eso no me preocupan las simplezas de Lezcano, sino lo siguiente: ¿No formarán ellas parte de una tentativa de reivindicar el relajo en el Poder Judicial?